La 'música para ver' espanta a los adolescentes y cautiva a los expertos
'Tiempo de juguete' sube a un escenario los sonidos clásicos y los dibujos infantiles
El tropel de adolescentes que acudió al Centro Cultural Galileo a escuchar un concierto de piano salió desconcertado. Sus cuchicheos y sus francas carcajadas no desconcentraron, sin embargo, al pianista del espectáculo musical y visual Tiempo de juguete. Se había preparado mentalmente para ello. La primera parte estuvo dedicada a compositores de este siglo, como Lachenmann y Bartok, mientras las cuatro pantallas se iluminaban con manchas de colores. Los estudiantes perdieron la esperanza antes de llegar a la dulzura de Schumann y Bach, y se marcharon a almorzar.
El ensayo general para el estreno de mañana quedó truncado. Los sonidos que Pablo Arcent -seudónimo de Juan Pablo Arias- arrancó al plano no hechizaron precisamente a los adolescentes. En cuanto hubo un momento de silencio, se levantaron y se retiraron. Bien educados, alcanzaron a dedicar un atento aplauso a Arcent, de, 25 años. No obstante, él había pedido al principio del concierto que no aplaudieran. "El aplauso es una manera de descargarse y de descansar. Yo prefiero que el público se concentre y reflexione", explica Arcent, que pese a todo, hizo dos reverencias al final de la primera -y última- parte. Tiempo de juguete es un experimento que han sacado adelante Arcent y Fuencisla Escribano. El complejo proyecto se propone que los espectadores "visualicen" la música. Mientras Arcent interpreta las piezas -todas ellas están inspiradas en la infancia- 700 diapositivas de dibujos de niños y párvulos se proyectan sobre cuatro pantallas. "La idea es traspasar el código genético de la música a las imágenes, que no se superponen, si no se juxtaponen", dicen los creadores. Dos críticos presentes en el ensayo general asienten, impactados.
La primera impresión es de desorden. Mientras en una pantalla aparece una mancha de pintura roja, en la otra baila una partitura y en la tercera aparece la fotografía de una cortina de hierro. La música, difícil, no facilita la aproximación. Si la música tuviera un corazón, las imágenes serían sus latidos. Esta comparación simplifica la enmarañada pretensión de los creadores de Tiempo de juguete, que los adolescentes no supieron entender. "Son muy ansiosos. Desechan todo lo que no es fácil de consumir. Es necesario decir, sin embargo, que no se trata de un espectáculo para niños sino para adultos receptivos y sin prejuicios", señala Arcent. "Que escuchen distraídos y que ningún detalle distraiga su atención", es la recomendación del equipo creativo.
Arcent es también compositor y se dedica a la música contemporánea. "Es un esfuerzo para mí tocar a compositores de otros siglos", dice. En Tiempo de juguete, su actitud ha sido distinta. "Me he preparado para tocar como un niño. No me refiero a tocar mal, sino con su desequilibrio y su falta de perfección en la regularidad", precisa.
Tras varios envíos del proyectos a diversas instituciones, el Centro Cultural Galileo fue el primero en interesarse con la condición hacer el ensayo general delante de un colegio. "Les pedimos que por lo menos fueran alumnos de Instituto", dice Escribano.
Tiempo de juguete
Centro Cultural Galileo (c/ Fernando el Católico, 35) Sábado 9, 20 horas. Entrada libre.
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