El Madrid resuelve al ralentí
Si fue un castigo, acertó de pleno quien impuso la pena. El Real Madrid-Dyc se reveló desde el primer instante como un suplicio de primera para los escasos valientes que se atrevieron a darse una vuelta por el palacio. De la tortura no escaparon ni los protagonistas directos, especialmente los jugadores del Real Madrid. Al triste equipo blanco de las últimas semanas no le sentó nada bien medirse a un rival tan pobre y en un ambiente tan gélido.Pero ni el tópico es capaz de salvar en esta ocasión al conjunto de Luyk, que no necesitó contagiarse del patético juego de los gallegos: el virus está dentro. Si un equipo como el madridista decide tomárselo con calma y utilizar la ley del mínimo esfuerzo, no hay nada que hacer. Con Sabonis como adalid de un grupo que hizo de la desidia y el desinterés su bandera, el Madrid firmó una primera parte sencillamente ridícula. La competencia se libraba en terrenos tan poco edificantes como balones perdidos, pases al rival, lanzamientos que no rozaban ni aro, botes en el pie y similares. Y no hubo un vencedor claro.
Lo peor que se puede decir de los blancos es que estuvieron a la altura (y, en algunos momentos, incluso por debajo: 21-22 en el m. 12) del 16º equipo de la competición: no es recomendable para la salud de la Liga ACB pensar que hay cuatro equipos todavía peores que el Dyc.
Sólo Arlauckas hizo su trabajo en la primera mitad -16 puntos: siete de ocho y dos de dos tiros libres-, que al Madrid le bastó para adquirir ventaja (44-38) en el intermedio, lo que explica con nitidez la extrema fragilidad del enemigo, que ni siquiera puede presumir de una discreta tripleta extranjera: Adarris, Beard y Bilalovic son rémora más que refuerzo.
El mínimo cambio mostrado en la actitud de los madridistas en el inicio de la segunda parte disparó el resultado y sentenció el choque en poco más de dos -minutos (53-38). No fue nada extraordinario; simplemente la defensa del Real dejó de ser visual y dio un paso en busca de cierta agresividad. Fue el finiquito para el Dyc que pareció acabarse ahí, poco preparado para la lucha debajo de los tableros y menos aún para solventar sus agónicos ataques con tiros exteriores.
Entregado el sparring, el Madrid llegó a disfrutar del juego algunos minutos gracias a las galopadas de Arlauckas y Cargol. Hasta Sabonis se dignó a hacer algo, un par de triples y un gancho recibidos casi con el sabor de incunables. El Madrid se había escapado (64-43, m. 26) y estaba dando una imagen aceptable, pero este equipo se desconcentra con suma facilidad y volvió a las andadas.
Al Dyc, que jugó todo el tramo final con un solo foráneo, Adams, le sobraron los tiros libres de Cervantes (11 de 11) y la pelea en la zona de Llopis para devolverle al Madrid el parcial punto por punto y situarse a seis (igual que en el descanso) a falta de tres minutos. Arlauckas puso las cosas en su sitio, pero los lucenses colocaron de nuevo en evidencia al llamado mejor equipo de Europa, algo poco beneficioso para la continuidad de la sección. Menos mal que no estuvo Mendoza.
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