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Un turista español muere en un atentado de los kurdos en el Gran Bazar de Estambul

Etambul, el mayor centro financiero, cultural y turístico de Turquía, se convirtió ayer en la sede del horror. El español Javier astro González, de 48 años de edad, residente en Las Rozas (Madrid) y empleado de la empresa Santa Bárbara, que se encontraba en viaje de negocios, y la tunecina Munire Nogen fueron las dos víctimas ortales en la explosión de una bomba colocada, presumiblemente por los kurdos, en el Gran Bazar. Otras 16 personas resultaron heridas. Entre ellas se encuentran tres españoles más.

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Un apuesto padre de familia

Los tres heridos españoles forman parte de una misma familia. Se trata del matrimonio de Las Palmas formado por María Teresa García y José Manuel Sánchez Guzmán y de su cuñado, el gallego Manuel Guzmán Botas, que tuvo que ser intervenido del estómago, aunque se encuentra fuera de peligro.El hijo de Manuel Guzmán señaló a EL PAÍS que la operación de su padre, que en el momento de la explosión se encontraba con varios familiares, "iba para largo". Estos gallegos, padre e hijo, con residencia en Madrid, habían llegado a Turquía el pasado 24 de marzo.

Según testigos presenciales, la bomba fue colocada en una caja de limpiabotas al pie de una columna en una avenida cercana a la entrada del mayor mercado cubierto del mundo. El artefacto explosivo estalló alrededor de las once de la mañana en el cruce de los barrios de los joyeros y los tapiceros, cuando miles de turistas, que disfrutaban de sus vacaciones de Semana Santa, se encontraban visitando el Gran Bazar.Comerciantes indignados

Aunque la bomba, de escasa potencia, no causó apenas desperfectos en la estructura del mercado, que alberga unas 4.500 tiendas y cuyos orígenes se remontan al siglo XV, los pequeños comerciantes situados en el radio de acción de la bomba se afanaban en reponer las lunas de los escaparates que habían saltado en mil pedazos.

Arriba, en el techo, las filigranas árabes resultaban afectados por los impactos causados por los fragmentos escupidos por la bomba. Debajo, los comerciantes furiosos echaban la culpa a los militantes del separatista Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). "Apoyados por Europa, están destruyendo nuestra principal fuente de ingresos: el tunsmo", bramaban indignados los dueños de las tiendas.

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Multitud de curiosos, apartados por la policía que acordonaba el lugar, se confundían con algunos turistas españoles, angustiados de que el amigo que en vano habían estado esperando durante cerca de una hora pudiera encontrarse entre las víctimas de la fuerte explosión.

Se trata de la tercera bomba que hace explosión en menos de 15 días en Estambul. La primera, de escasa potencia, fue colocada el pasado 24 de marzo en los servicios del Gran Bazar, ocasionando cuatro heridos leves. El domingo pasado, en el atentado de la. antigua catedral bizantina convertida ahora en museo, Santa Sofía, reivindicado por el PKK, la española Patricia Hernández y un turista alemán resultaban también heridos. Hernández, una estudiante de Derecho de 21 años de edad, recomendó ayer en declaraciones a la agencia Efe en Valladolid que la gente no viaje a Turquía.

Aunque el atentado de ayer todavía no ha sido reivindicado por ningún grupo extremista, todas las sospechas se dirigen al grupo guerrillero separatista kurdo PKK, que amenazó hace un año con atacar objetivos turísticos para atraer la atención internacional sobre sus reivindicaciones independentistas y la implacable represión que sufre la población kurda en el sureste del país. Esta verdadera guerra cuesta 8.000 millones de dólares anuales al Gobierno turco y ha ocasionado 11.000 muertos en 10 años.

La amenaza del PKK ya empezó a hacerse realidad en el verano pasado, durante el cual murió un ciudadano turco y otras 54 personas, entre ellas 24 extranjeros, resultaron heridas en diversos atentados perpetrados en zonas turísticas. Los ataques se concentraron en la costa de Antaliya, en el litoral sur, en Kusadasi, en la costa del Egeo, y en la zona occidental de Estambul. Todos fueron atribuidos al PKK, que no reivindicó ninguno de ellos.

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