La niña de 19 meses murió de asfixia y no por malos tratos
Zuleica B. N., de 19 meses, murió asfixiada al atragantarse con la comida, no por una brutal paliza, según asegura la Jefatura Superior de Policía apelando a la autopsia. Sin embargo, un parte de los agentes municipales indicaba, citando a un médico que atendió a la niña, "que el cadáver presenta claros signos de violencia". El pasado julio, una vecina denunció a los padres de Zuleica acusándoles de maltratar a la pequeña. Hasta diciembre, la Comisión de Tutela del Menor acudía a la casa y nunca observó signos de violencia o abusos en la chiquilla. La madre, Soledad N., de 24 años, niega que maltratase a Zuleica pero reconoció que en 1987 los jueces le retiraron la tutela de otra hija.PASA A LA
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La policía investiga los supuestos malos tratos a la niña
VIENE DE LA PÁGINA 1Zuleica B. N. murió el lunes por la tarde en el ambulatorio Hermanos Miralles, en el número 52 de la ronda de Segovia, después de que los médicos intentasen reanimarla durante 40 minutos. Al personal del ambulatorio se sumó una ambulancia del Samur, alertada por la Policía Municipal. Los agentes municipales avisaron a su vez al juez y a sus compañeros de Homicidios, ya que un médico del Samur les había dicho que la chiquilla tenía "claros síntomas externos de violencia".
La Jefatura Superior de Policía reveló ayer que la niña murió por asfixia al atragantarse cuando comía, según los resultados de la autopsia. Pero los agentes de Homicidios siguen investigando si la niña sufrió algún mal trato.
Hay algunos indicios preocupantes. Un miembro de Samur había asegurado el martes que la niña tenía 1esiones aparentes de agresiones sexuales". El portavoz del Samur matizó ayer que el cuerpo de la niña no tenía moratones en diferente grado de evolución, un signo valorado entre los médicos para diagnosticar el mal trato. Pero observó que Zuleica tenía una herida antigua que le cruzaba la lengua cerca de la base, y además, otra, también antigua, en una amígdala. Otro detalle destacaba: una gran dilatación del esfínter anal. "No es raro que en una muerte por asfixia se relajen los esfinteres así", decía ayer el portavoz del Samur, Emilio Benito, "sólo la autopsia puede determinar si hubo agresión".
Por otro lado, Adelaida Iglesias, de 59 años, una mujer que es vecina de puerta de la familia del bebé, en la calle de Concepción Jerónima, 25, puso una denuncia en la comisaría de Centro por sospechar malos tratos contra la niña el 6 de julio de 1993. "Otras dos chicas que viven al lado escucharon ruidos, me avisaron, llegué a la casa y ella no me dejó pasar; entonces le dije que nunca hubiera pensado que maltratase a su hija", explica. En el juicio, celebrado un mes después, el juez archivó el caso.
Peleas conyugales
Sin embargo, esta mujer y otras que viven en el mismo edificio mantienen haber oído gritos y golpes desde que Zuleica nació, y también peleas entre sus padres.
El matrimonio formado por Soledad, un ama de casa de 24 años, y por Pedro, un carbonero de 34, tenía frecuentes trifulcas, según los vecinos. Aunque los habitantes de este bloque todavía recuerdan que poco después de dar a luz la joven madre pasó a sus casas para mostrarles, muy contenta, lo bonita que era la cría.
Soledad, una mujer prematuramente envejecida y de aspecto pobre, negó ayer, tras el entierro, que ella maltratase a su hija. "Se ahogó al atragantarse cuando le estaba dando de comer, eso fue lo que pasó", explicó la madre, muy crispada por el constante acoso de los informadores.
"Bajaba al pediatra una o dos veces por semana, si hubiera habido malos tratos él lo hubiera visto", añadió, rodeada de su madre, Josefina, a quien el vecindario también atribuye una actitud agresiva con el bebé, y otras dos mujeres de su familia. Tras las exequias abandonaron a pie el cementerio de La Almudena, recorriendo las tumbas hasta encontrar la salida.
Otra hija de esta pareja, de siete años, fue dada en adopción por el Tribunal Tutelar de Menores de Madrid en 1987, cuando contaba unos meses. Soledad reconoció en Onda Madrid que "quizá a ella sí le trato mal, pero no a Zuleica". Aunque admitió que a menudo le ataba las manos a la niña para que no tirara los alimentos de la cuchara cuando le daba de comer, informa Servimedia.
Las frecuentes peleas del matrimonio, conocidas por los servicios sociales de Centro, y la denuncia vecinal alertaron a la Comisión de Tutela del Menor de la Comunidad de Madrid. Desde agosto a diciembre de 1993 realizaron un seguimiento del estado de la pequeña Zuleica. Y en ese tiempo no encontraron ningún indicio de mal trato.
Portavoces de este organismo aseguran que en diciembre el padre de la niña ya no vivía en casa de forma permanente, las broncas se redujeron y la Comisión dejó de vigilar". "Pero si hubiera habido algo raro, los asistentes sociales de Centro nos hubieran avisado, como hicieron en verano", añaden.
Sin embargo, las vecinas del bloque aseguran que seguían escuchando gritos y golpes y temían por la pequeña. "Dos o tres días antes de que la niña muriera me quedé sorprendida de la tranquilidad que había en la casa, luego me enteré de lo que había pasado", asegura Iglesias, que habita en este edificio desde hace dos décadas.
Llanto desconsolado
El taxista que trasladó a Zuleica al ambulatorio junto a su madre y su abuela declaró que las responsables de la menor le pararon a pesar de que llevaba la bandera bajada (iba a entregar una carta en una empresa).
El conductor no recuerda cuál de las dos mujeres llevaba en brazos a la niña y tampoco se fijó en ella, dada la urgencia con que se dirigieron al centro médico. El taxista se mostró muy sorprendido al enterarse por los medios de comunicación de la posible existencia de malos tratos a la pequeña.
También apuntó que vio al padre de la pequeña llorar desconsoladamente en comisaría (en donde se encontraba el conductor prestando declaración) cuando se enteró de la muerte de la niña.
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