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Los jóvenes se suman masivamente a las tradicionales celebraciones de Semana Santa

La participación femenina se ha generalizado en las procesiones

Elche mantuvo sus procesiones en los años setenta a base de poner ruedas a los tronos y pagar a los costaleros. Hoy, la avalancha le participantes en su Semana Santa ha obligado a multiplicar sus efectivos: de 14 a 31 cofradías. No es un fenómeno aislado; se produce en toda España y todo indica que son los jóvenes los que están revitalizando estas tradicionales celebraciones. Otro ejemplo: ya están completos los aforos de las cinco escenificaciones pasionales de Esparreguera, Barcelona, donde, según una encuesta, el 401/o de los asistentes tiene entre 15 y 25 años.

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Del goce a la penitencia

Algunas de las celebraciones tradicionales de la Semana Santa cuentan con cinco o seis siglos a sus espaldas. En tan largo periodo, han pasado por todo tipo de vicisitudes. En los últimos tiempos, la peor época fue -contra lo que pudiera parecer en pleno nacionalcatolicismo- la vivida en los años cincuenta y sesenta. La recuperación vino con la democracia. Y, como en tantas otras muestras de la cultura popular, los jóvenes tomaron decididamente el relevo.Ahora no sólo no fruncen el ceño en señal de distancia o displicencia, sino que incluso se les ilumina la cara de pasión. Sólo había que ver a Antonio Banderas, en una reciente entrevista televisiva con Iñaki Gabilondo, hablando entusiasmado de una Semana Santa (la suya, la de Málaga) a la que, lamentablemente, se ha visto obligado a renunciar por compromisos profesionales en los últimos tres o cuatro años.

Cientos de tambores

"Cada vez participa más gente. En el pregón del año pasado había unos, 1.800 tambores y bombos, y el próximo Viernes Santo esperamos aún más", comenta Paco Navarro, secretario de la Agrupación de Cofradías de Calanda, Teruel.Calanda, con sus 3.500 habitantes, es un buen ejemplo de lo que ocurre en todo el bajo Aragón, donde el estruendo y el redoblar de palillos marca el ritmo de la Semana Santa.

"Aquí", añade Navarro, "hasta la asociación de padres de alumnos tiene una escuela de tambor, en la que ensayan los niños todos los domingos por la mañana, a partir de Reyes. Se les enseña a coger los palillos, a llevar los redobles, las primeras notas de los toques más tradicionales".

En Elche, Alicante, ciudad ecléctica y hospitalaria donde las haya, la recuperación de la Semana Santa tiene aires femeninos y andaluces. "Lo duro", señala Antonio Martínez, presidente de la Junta Mayor de Cofradías, "fueron los años setenta. La gente mayor aguantó el tipo. Había que pagar a los costaleros, hubo que poner ruedas a los tronos". Ahora se ha pasado de 14 a 31 cofradías, integradas fundamentalmente por jóvenes. Y todas, salvo una, llevan sus pasos a hombros.

Los aires andaluces los han traído los miembros de la Hermandad de Flagelación y Gloria, creada hace siete años, que agrupa a cuatro cofradías anteriores y ha servido de elemento dinamizador. En cuanto a las mujeres, su incorporación masiva ha desembocado en la reciente presencia de tres pasos, la Victoria, la Verónica y Nuestra Señora de la Merced, a hombros de costaleras.

En Sevilla, la Semana Santa no ha tenido que recuperarse, porque nunca se perdió. Para Carlos Colón, autor de una Guía de la Semana Santa de Sevilla, "está en un auge hasta excesivo. El ritmo de nazarenos crece de una forma tan vertiginosa que se están creando problemas de atasco en la carrera oficial". En cuanto a los costaleros, antes profesionales, fueron sustituidos a partir de los años setenta por miembros de las hermandades.

Las escenificaciones pasionales, finalmente, no permanecen ajenas a estas masivas afluencias. Los teatros que albergan las pasiones de Olessa de Montserrat y Esparreguera (ambas en la provincia de Barcelona) han colgado el cartel de "no hay billetes" en las cinco representaciones que llevan ya este año. Las encuestas realizadas en Esparreguera revelan que el 40% de los asistentes tiene de 15 a 25 años.

En Ulldecona, Tarragona, las cuatro representaciones que hacen en castellano están llenas a rebosar. Y es que, como señala Moisés Gualda, párroco de Chinchón, Madrid, "la Pasión tiene tal fuerza que, aunque el espectador no sienta en cristiano, queda igualmente subyugado".

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