El nuevo flamenco se vistió de largo

Fue una noche de guitarras españolas, baterías y pañuelos de lunares. Estaban casi todos los nuevos -y comerciales- ídolos del flamenco: Martirio, con traje de estrellas; Ketama; José Soto, Sorderita, con su fino bigote; Rafael Amador, también con su fino sombrero Panamá; El Pele; Aurora, más apretada que nunca; Diego Carrasco, y el inefable Kiko Veneno. Uno a uno interpretaron un tema del disco Volando vengo ante un público entregado que abarrotó la discoteca Pachá, donde se presentó esta recopilación dedicada al nuevo flamenco.

Entre los asistentes estaban el diseñador Manuel Piña, la cantante Rosario, el actor Javier Bardem -acompañado de sus hermanos, su primo, su madre y su novia- y la escritora Ana Rosseti.

Lo que empezó como una reunión social acabó en una auténtica fiesta. El desconcierto de los primeros momentos -cada intérprete tocaba uno o dos temas- finalizó de forma memorable. Fue el momento en el que todos juntos en el escenario interpretaron Volando voy -el tema que Kiko Veneno compuso para Camarón y que el de la Isla eludía cantar en público- Y duró lo que dura una canción, pero, incluso, dio tiempo a un pequeño milagro:Sorderita volvía a cantar con Ketama en un escenario. Sólo faltó Raimundo Amador, la guitarra del nuevo flamenco.

Aplaudiendo como uno más estaba también Mario Pacheco, productor de Nuevos Medios y descubridor de una buena parte del puñado de artistas que colaboran en el compacto. Para el productor, la mayoría de las canciones recogidas en Volando vengo pertenecen a un pasado demasiado reciente como para protagonizar una puesta de largo del nuevo flamenco.

Los delincuentes, de Veneno, o La danza del sol del Mediterráneo, de Al Dimeola y Paco de Lucía, se grabaron en los años setenta y la mayoría de las canciones del álbum son de los anos ochenta. Pero lo que no se puede negar a la selección realizada por Diego Manrique para la casa Ariola es su visión comercial del lolailo.