Guerra presiona a González para tener más poder en la ejecutiva
Alfonso Guerra seguía jugando ayer con el silencio como arma política, en un intento de garantizarse una cuota de poder que le permita aceptar con la cabeza alta la oferta de Felipe González de seguir al frente de la vicesecretaría general del PSOE. Los guerristas mantenían la presión para obtener más puestos en la ejecutiva. La pugna que los dos líderes sostienen desde hace más de un año no impidió, sin embargo, que ambos hicieran ayer gestos públicos para "restañar las heridas" y "clarificar las ideas" tal como solicitó el secretario general en el discurso inaugural del 33º congreso.
El largo desencuentro entré Guerra y González culminó en una batería de gestos conciliadores destinados a calmar el terremoto que sacude al partido del Gobierno: hicieron su entrada al unísono en el auditorio del Palacio de Congresos, el número dos aplaudió calurosamente el discurso del secretario general y ambos almorzaron juntos, por primera vez desde hace ocho meses.González pidió a los 888 delegados que no tuvieran miedo de expresarse con libertad: "La autocrítica no es signo de debilidad". Y eso fue lo que hicieron una vez reunidos por la tarde a puerta cerrada para debatir la gestión de la ejecutiva saliente, de marcado color guerrista, que a partir de mañana se verá inundada de renovadores. La votación arrojó un 95% de síes.
En contraste, Guerra demoraba su respuesta y, en medio de una gran incertidumbre, presionaba, todavía anoche, para conseguir la mayor presencia posible en la próxima ejecutiva, en la que podría haber hasta seis ministros entre sus probables 35 miembros, cuatro más que ahora.
El vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, firme candidato a sentarse en la nueva dirección, pidió a sus compañeros firmeza contra los comportamientos "irregulares y corruptos". Sirmultáneamente, frente al lugar donde se celebra el congreso, 3.000 trabajadores de Linares se manifestaban contra los despidos de la empresa Suzuki-Santana.
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