Una vida hecha cenizas
La justicia militar pide 10 años de cárcel a un joven por quemar un colchón
Viste todo de negro: pantalón vaquero, camiseta y americana de piel. Es alto y delgado. Lleva el pelo corto, rapado por los lados y algo más largo sobre la frente. Sus ojos, grandes y verdes, delatan una profunda tristeza. Su mirada se pasea indiferente.Se llama Ismael Prieto y, como todo joven de 19 años, tiene muchos proyectos. Pero en su caso, los próximos 10 años de su vida dependen del veredicto de un tribunal militar. Hace medio año, en septiembre de 1993, cuando aún no llevaba ni un mes en la mili en la Academia General Básica de Suboficiales de Tremp (Lérida), prendió fuego a un colchón dentro de un almacén con el ánimo de autolesionarse. El fiscal militar le pide una pena de 10 años y 6 meses de prisión por un delito consumado de atentado contra los medios y recursos de la Defensa nacional.
La salud mental de Ismael ha sido siempre muy precaria: problemas familiares e importantes carencias afectivas determinaron su temprana neurosis, inseguridad, inmadurez, ansiedad, depresión y fobias. Pero su debilidad psicológica, tratada médicamente desde los siete años, no fue motivo para ser excluido del servicio militar.
Ya en el cuartel se dio de bruces con un ambiente hostil y con las primeras novatadas. Su miedo a las armas hacía que sus ataques de pánico se reprodujeran cada vez que tenía que coger el Cetme. Recuerda cómo sus mandos hacían caso omiso de sus reiteradas peticiones de recibir atención médica psiquiátrica por su constante ansiedad, fobia e ideas de autolesión. Fue como predicar en el desierto. Y el día 4 de septiembre del año pasado, a altas horas de la madrugada, incendió el colchón. El almacén en que se produjo el incendio sufrió unos desperfectos por valor de unos seis millones de pesetas, según afirma Defensa.
Llamar la atención
Se habló de intento de suicidio, pero Ismael explica tristemente que "nadie quiere morir así porque sí". Prender fuego con un mechero al colchón fue lo que primero se le ocurrió a Ismael para llamar la atención. "Lo único que quería era que me llevaran al médico", recuerda. Lo consiguió. Después de un reconocimiento psiquiátrico quedó automáticamente exento del servicio militar. Antes de abandonar el cuartel aún llevó a cabo un intento de suicidio al cortarse las venas con una hoja de afeitar. El parte emitido por el servicio de psiquiatría del Hospital Militar reconoce el trastorno mental de Ismael y, sin embargo, a renglón seguido, constata que el día en que se produjeron los hechos, 20 días antes de ser excluido de la mili, "el encausado mantenía sus capacidades intelectivo-volitivas conservadas"; es decir, era consciente de sus actos. En este punto se basa el fiscal militar para pedir los 10 años de prisión.Xavier Esplà, abogado defensor de Ismael Prieto, considera que la petición está "absolutamente desfasada". "Es la misma condena que se pediría para un delito de terrorismo y, por tanto, es exagerada", añade. Ahora, Ismael Prieto está en prisión atenuada hasta que se celebre el juicio, previsto para el próximo otoño. De casa, al trabajo, al médico o, como mucho, a misa. Vive en Cerdanyola del Vallès (Lérida) con su padre y su hermana. Está cansado de pensar y de llorar. Duerme mucho cuando está en casa y pasa bastante tiempo en el quiosco de prensa que explota su padre. Dice haber perdido toda esperanza y asegura que no confía en nada.
También dice que no quiere volver a saber nada más de sus amigos porque no puede relacionarse con ellos, pero sus incontrolables lágrimas demuestran que miente. Sabe que los pierde poco a poco y los echa terriblemente de menos. Si su particular pesadilla termina bien, lo primero que hará será viajar a Almería para visitar a su abuela.
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