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"Asalto al poder" de los socialistas portugueses

Tras nueve años de "travesía del desierto", el PS arece en condiciones de "destronar" a Cavaco Silva

El secretario general del Partido Socialista Portugués, Antonio Guterres, apacigua divergencias internas y se esfuerza por "reunir la familia socialista" con el objetivo de reconquistar el poder en 1995. Según sondeos recientes, el principal partido de la oposición está cada vez más próximo al del Gobierno en las intenciones de voto de los portugueses (con el 30,3%, frente al 34,2%), pero Guterres no es visto todavía como una alternativa creíble al actual primer ministro socialdemócrata, Aníbal Cavaco Silva. A esta pregunta concreta, los entrevistados que respondieron no fueron el 39%, frente al 32% de respuestas positivas.Desde su victoria -menos nítida de lo que esperaban- en las elecciones municipales de diciembre, los socialistas han mejorado mucho su imagen, y los "estados generales para una nueva mayoría" que se celebraron los días 19 y 20 de febrero tenían como objetivo la preparación del cambio.

Para no quebrar la armonía interna, esencial para hacer realidad su ambición, Guterres resolvió ahorrarse los debates de un congreso y la elección de una nueva dirección, siempre propicia a la lucha de tendencias. La nueva comisión política fue elegida sobre la base de una lista única, tras negociaciones entre las varias sensibilidades para reconciliar a guterristas y sampaístas (que, respaldan al anterior secretario general y actual alcalde de Lisoa, Jorge Sampaio) y llamar de nuevo a otro antiguo líder del partido, Vitor Constancio, a formar parte de la dirección.

Divergencias

El método no agradó a muchos militantes, que cuestionan la falta de democracia interna, pero tiene la ventaja, de evitar airear en público algunas divergencias más profundas sobre la mejor estrategia a seguir por los socialistas. Las más importantes oponen la actual dirección del partido a los llamados soaristas, un conjunto de personalidades políticas próximas al jefe del Estado Mario Soares.

El comandante Gomes Mota, organizador de las campañas presidenciales de Soares en 1985 y 1990, retomó, radicalizándolas, las tesis desarrolladas por el jefe de Estado en muchas de sus intervenciones recientes, o sea, que el situacionismo o cavaquismo representa un peligro tan grave para las libertades democráticas, el Estado de derecho, el futuro de sectores enteros de la sociedad y de la economía portuguesa, y para la soberanía y los valores culturales de la nación, que los portugueses deberían cambiar cuanto antes de Gobierno y de mayoría, incluso sin esperar el fin de la legislatura.

Es una tesis más próxima a las del partido comunista -que apoyó con entusiasmo la propuesta- que de la estrategia defendida por el partido socialista, que quiere, por el contrario, aprovechar los dos anos- que quedan hasta las próximas elecciones legislativas para acabar de desgastar a los socialdemócratas, pero también para liberarse de la necesidad de una alianza con los comunistas.

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Las prisas de aquellos que defienden la necesidad -y la posibilidad- de derribar a Cavaco Silva del Gobierno no se deben apenas a la impaciencia provocada por una travesía del desierto de nueve años. Muchos consideran que el momento presente reúne una serie de condiciones favorables a la oposición que difícilmente se reproducirán en los próximos años.

En primer lugar, está la recesión económica que afectó a Portugal en 1993, provocando un aumento del paro y del pesimismo empresarial, desconocidos desde la llegada de Cavaco Silva al poder, en 1985. Pero el actual clima de descontento social y el recrudecimiento de la conflictividad laboral pueden no resistir los indicios de recuperación y la llegada de los nuevos refuerzos de ayudas de la Unión Europea. A tal respecto, comentando el segundo Cuadro Comunitario de Apoyo a Portugal para los seis próximos años, ratificado recientemente en Lisboa, el Financial Times aseguraba que, una vez más, los programas comunitarios parecían calendarizados para servir a las metas electoralistas de Cavaco.

Escándalos

En segundo lugar, los escándalos económicos financieros -en particular en el Ministerio de Sanidad, que obligó a la ex ministra Leonor Beleza a renunciar a la vicepresidencia del Parlamento y a su escaño de diputada- han afectado a la imagen de honradez, seriedad e incorruptibilidad de Cavaco y de su Gobierno. Sin embargo, la anulación por el tribunal de apelación del juicio del ex gobernador de Macao, absuelto en diciembre de la acusación de corrupción, va a obligar a reabrir un proceso altamente comprometedor para un grupo de dirigentes socialistas del tiempo en que Soares era presidente del partido.

Nunca como en las últimas semanas, los portugueses habían hablado tanto del pasado reciente y del futuro. Una oportunidad que los socialistas quisieran aprovechar para hacer realidad su actual consigna: "El cavaquismo acabó, el futuro es nuestro".

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