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Un taxista acuchilla a su esposa por celos ante una de sus hijas

Un taxista de Madrid, Emilio Heras Díaz, de 56 años, mató de siete puñaladas en la tarde del pasado sábado a su esposa por una cuestión de celos, en presencia de unas de sus hijas, según informaron ayer fuentes policiales. El presunto parricidio se produjo hacia las tres de la tarde en la vivienda que el matrimonio posee en el número 35 de la calle del Doctor Vallejo, en el barrio madrileño de Pueblo Nuevo.La víctima, María M. Q., también de 56 años, trabajaba como oficial de peluquería en una establecimiento del barrio de Quintana (Ciudad Lineal). El matrimonio tiene tres hijos, dos varones y una chica. Cuando se produjo la mortal agresión, en el domicilio estaba la hija, según los citados medios policiales.

El presunto parricida fue detenido e interrogado en la misma tarde del sábado por miembros de la Brigada de Homicidios de la Policía. El taxista confesó a los agentes que había matado a su esposa por "asuntos sentimentales".

Los vecinos de la calle del Doctor Vallejo, donde residían el supuesto parricida y su esposa, desconocían ayer que, con anterioridad al crimen, hubiese habido disputas entre ambos cónyuges. "Los dos eran muy normales", decía una señora que vive justo enfrente del piso donde se produjo crimen.

El matrimonio había puesto en venta el piso de Madrid. El marido quería vender la vivienda para irse a vivir a su pueblo natal, en Asturias. Su esposa no compartía esa idea y prefería quedarse en Madrid, según explicó ayer un vecino. Asegura este inquilin que hace unos meses, cuando pusieron el piso a la venta, se oyeron broncas en el domicilio. La vivienda fue valorada en 25 millones de pesetas.

María Q. H., la fallecida, solía ir siempre "muy bien arreglada". "Era rubia y guapa", subrayó a este periódico otra vecina del barrio.

El presunto homicida trabajaba en el taxi, de su propiedad, por las noches. Durante el día, tenía a una persona empleada. El segundo hijo de Emilio Heras también trabajaba en el taxi. El mayor de los hijos estaba en una fiesta de cumpleaños en Asturias el sábado, día en el que ocurrió la tragedia familiar.

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El propietario de un bar próximo al domicilio de este matrimonio y el dueño de un quiosco cercano, que conocían al agresor, destacaron que el taxista era una persona completamente normal. "Es una persona correcta, parco en palabras, pero educado", subrayó el primero. Florencio, el dueño del quiosco, aseguraba: "Cuando nos veíamos hablábamos de cosas sin importancia, de su taxi, de fútbol, pero no de problemas en su familia".

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