Del balón al voIante
El Real Madrid no le encumbró como jugador pero le lanzó como empresario
Santiago Gómez Pintado Montejano, de 57 años, dueño de Otaysa, una de las empresas madrileñas más importantes de venta y alquiler de automóviles, tiene grabada una imagen: la suya, de rodillas delante del vicepresidente del Real Madrid, Raimundo Saporta, rogándole que le liberara del contrato con el club madridista para poder fichar con el Valencia. Su petición fue denegada.Hace 37 años, en 1958, el club levantino ofreció a Santiago Montejano, nombre con el que se le conocía como futbolista, un millón de pesetas por jugar en su equipo. Pero Montejano había sido fichado en 1953, a los 17 años, por el Real Madrid, y aunque jugó muchos partidos amistosos, nunca llegó a vestir la camiseta blanca en una Liga.
Época dorada
Era la época dorada del Madrid y el destino le jugó una mala pasada al hacerle coincidir con Di Stefano, Gento, Muñoz Zárraga, Molowni, Juanito Alonso, Marquitos, Navarro, Puskas, Raimond Kopa y los hermanos Lesmes, figuras a las que era imposible desbancar. Aun así, el Madrid no quería desprenderse de Montejano: era demasiado bueno para dejarle marchar.
Durante los 10 años que figuró como titular madridista fue cedido a otros clubes españoles y jugó en el Plus Ultra, el Badajoz, el Cádiz, el Levante, el Santander, el Córdoba y el Murcia. Sólo al final de su carrera como futbolista, el Real Madrid le liberó y acabó jugando, los dos últimos años antes de retirarse en 1964, en el Atlético de Madrid.
Las crónicas deportivas de la época dan fe de los éxitos que Montejano cosechó como futbolista. El 3 de enero de 1959, el periódico deportivo Marca publicó una lista de los jugadores más destacados de la Liga de ese año con los que se podría formar, según el rotativo, "el equipo de fútbol ideal", y uno de los hombres seleccionados como el mejor medio era Montejano. Paradójicamente, su fichaje por el Real Madrid ralentizó su ascenso e impidió en cierta medida que llegara a convertise en una figura internacional.
Desde la sede de su empresa, un impresionante edificio en la calle de María de Molina, Gómez Pintado dice que ahora se alegra de no haber llegado a la cumbre en el fútbol. "Son muy pocos los futbolistas que triunfan y pueden ser 'felices después. Yo diría que casi ninguno. Se merecen todo el dinero que se les pague porque cada gol, cada éxito, será un trauma para ellos en el futuro. Recuerdo una vez, cuando jugaba en el Valencia, que todo el campo me sacó los pañuelos como si fuera un torero. Entonces subí al cielo. Y ya no hay otro cielo. Por eso los futbolstas se quedan tocados de recuerdos y nunca más vuelven a ilusionarse. Yo todavía sueño que salgo al campo".
Al abandonar el fútbol montó con el dinero ganado una compañía de transportes llamada Montejano, en cuyo logotipo las oes eran dos balones. Tampoco esta vez se puso de su parte la fortuna. Me encontré con problemas económicos terribles. Tenía 30 años, 250 trabajadores y no sabía cómo salir de aquéllos. Lo pasé muy mal. Había momentos en los que me asomaba a la ventana y entendía por qué la gente se tiraba. Decidí convertir el negocio en un concesionario de coches y al cabo de siete u ocho años empecé a levantar cabeza", recuerda.
Pero todavía no estaba convencido de que la empresa era lo suyo y a los 40 años se matriculó en la Facultad de Derecho. Se licenció y ejerció durante tres años como abogado. "En el fondo, estudié porque quería dejar la empresa", explica. "A mediados de los setenta, la gente empezó a decir que los patronos éramos unos sinvergüenzas y yo sólo era un pobre desgraciado. Socialmente estábamos sancionados. Pero tuve que volver. Tenía siete hijos y sólo como abogado no podía mantenerlos".
Fue entonces cuando fundó Otaysa, aceptó su destino y las cosas empezaron a irle bien. En la temporada 89-90 y 90-91, Otaysa patrocinó al Real Madrid y a partir de este momento la compañía se consolidó definitivamente. El club que no le encumbró como futbolista le salvó como empresario.
Gómez Pintado, que se declara madridista incondicional, ha aceptado por fin su suerte y está orgulloso de haber levantado una compañía que factura más de 12.000 millones de pesetas anuales. Pero lo tiene muy claro: "Cuando me muera, en mi epitafio quiero que me pongan primero futbolista, luego abogado y, por último, empresario".
Respecto a cómo ha evolucionado el fútbol en estos 40 años, piensa que lo que más ha cambiado es la relación entre jugadores, entrenadores y presidentes.
Pintado, que conoció personalmente al mítico presidente del Real Madrid, Santiago Bernabéu, no se puede imaginar al mítico presidente madridista imponiendo, por ejemplo, una alineación. Ni mucho menos, que a ningún jugador de su tiempo se le hubiera ocurrido puentear al entrenador, "cosas que ahora pasan en algunos clubes con demasiada frecuencia", afirma. "El fútbol", concluye, "se ha politizado demasiado y la consecuencia es que al jugador se le está sacando cada vez más del entorno exclusivamente deportivo".
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