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Esperando al preso más peligroso de España

La Guardia Civil se equivocó de recluso y retrasó tres horas un juicio a Juan José Garfia

Una confusión de la Guardia Civil, que tenía que trasladar a Juan José Garfia Rodríguez, uno de los presos comunes más sanguinarios de España, desde la prisión de Jaén a la Audiencia de Granada, retrasó durante tres horas su comparecencia ante el tribunal que debía juzgarlo por herir gravemente a un agente el instituto armado. Según la información facilitada en la Sección Segunda de la Audiencia, los guardias civiles condujeron hacia Granada a un recluso distinto. Cuando advirtieron el error, estaban a mitad de camino.Garfia, condenado por varios asesinatos y atentados contra miembros de las fuerzas de seguridad, es un hábil fuguista y fue durante varios meses el delincuente más buscado. Para capturarlo hace tres años en el barrio granadino del Albaicín tuvo que intervenir el Grupo Especial de Operaciones.

El juicio estaba previsto que comenzara ayer a las diez. Desde antes, numerosos policías custodiaban los pasillos de la audiencia. Periodistas, fotógrafos y cámaras de televisión aguardaban expectantes la aparición del preso. Decenas de estudiantes de Derecho se arremolinaban ante la sala de plenos. En vano. Garfia no llegó a la hora prevista, y cuando apareció, hacia la una de la tarde, apenas permaneció cinco minutos, pues no reconoció a su abogado.

A las once comenzaron a circular los primeros. rumores: un incidente no esclarecido iba a retrasar la llegada de Garfia. Algunos miembros del tribunal se despojaron de la toga y salieron a tomar café.

Aunque transcurría el tiempo, ni periodistas ni curiosos abandonaban sus puestos. La versión del error comenzó a tomar cuerpo al mediodía. Los conductores de la Guardia Civil requirieron a un preso distinto y emprendieron camino hacia Granada. Garfia había pernoctado en la cárcel de Jaén, a donde había llegado horas antes desde la prisión de Picassent (Valencia), donde cumple más de 150 años de condena por delitos de asesinato, atentado, atraco, resistencia, desobediencia y desacato.

Después de tres horas de paciente espera, llegó a la audiencia una pequeña furgoneta de la Guardia Civil sin escolta. Con estupefacción, los presentes descubrieron que a bordo sólo viajaban, además del conductor, dos guardias con uno de los presos comunes mas sanguinarios y resbaladizos del país, como demostró en Valladolid desatornillando una chapa del piso del furgón y escapando en un semáforo.

Garfia, ya entre grandes medidas de seguridad, fue conducido ante el tribunal; no reconoció al abogado de, oficio, pues dijo que no había cambiado con él una sola palabra, y a los tres minutos estaba otra vez camino de la cárcel, en esta ocasión y transitoriamente a la de Granada, una de las más permeables del país. La audiencia confía en celebrar el juicio en breve. Para evitar retrasos formales, el tribunal pretende que, la próxima vez, Garfia llegue a Granada dos días antes de la vista para que pueda ver a su letrado.

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