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Tribuna:
Tribuna
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Perros

Desde un tiempo a esta parte, este departamento ha recibido muchas quejas sobre los perros en la ciudad: que si ensucian, que si son un peligro público o por lo menos una molestia, que si este departamento no está haciendo todo lo que podría para erradicar el problema. Por tanto, me es grato anunciar que últimamente se está tomando. una serie de medidas, y al final de, esta reunión repartiremos a los informadores material gráfico e impreso que les permitirá explicar la situación a los ciudadanos con más detalle.En primer lugar, hay que decir que este departamento no tiene la obligación de velar por todos los perros de la ciudad. Los pocos asilos de perros que tenemos están abarrotados. Lo sentimos mucho, pero no podemos encontrar una casa para cada animal, los más de ellos tendrán que buscarse la vida. Si bien es verdad que hubiera sido conveniente darles una esmerada educación desde cachorros y proporcionarles una actividad útil en la vida, también hay que ser realistas: ahora lo principal es reprimir con dureza sus actividades antisociales.Por tanto, merecen un elogio esos dueños de edificios que han tomado medidas concretas. Un ejemplo: eliminar los recovecos donde estos animales mendicantes intentan dormir protegidos de los elementos. En algunos casos esto se ha hecho con púas metálicas; en otros -una ingeniosa solución-, simplemente llenando el hueco con cemento o desnivel para que el perro se caiga y no pueda dormir. Normalmente esto es suficiente para que se alejen. Si no, el siguiente paso es encerrar estas zonas de los edificios con verjas para que sólo puedan entrar los residentes.

Otro aspecto es la basura: muchos de estos vagabundos perros más altos -los más espabilados a veces hasta se parecen a seres humanos- han aprendido a abrir los cubos de basura en busca de comida, y en algunos casos echan los restos en la acera. Hemos estado en contacto con las autoridades de varias ciudades norteamericanas -los yanquis van siempre a la cabeza en problemas sociales, pero, y es de justicia reconocerlo, también en soluciones- a la busca de sistemas de envenenar la basura para que no se pueda comer.

Mientras tanto, los agentes del orden seguirán con su política de hostigamiento: continuamente exigirán a los perros la presentación de su documentación canina y les impedirán dormir o reunirse en la vía pública. Un aviso, sin embargo: no somos partidarios de esas acciones individuales -por fortuna, aisladas- de rociarlos con gasolina y prenderles fuego. Eso sería una "perrería".

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