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NECROLÓGICAS

Pu Jie, último descendiente de la dinastía manchú

El cáncer de próstata acabó ayer, lunes, con la vida de Pu Jie, de 87 años, hermano menor del último emperador chino, y con él se extingue el último vestigio de la dinastía manchú, que gobernó China durante 267 años.Durante el seudomandato de su hermano en China y el Manchukuo, Pu Jie desempeñó papeles secundarios, y más tarde, al igual que Pu Yi, pasó por la cárcel y el campo de reeducación, pero mientras que el último emperador no pasó de ser un modesto jardinero en China, él fue vicepresidente del comité de minorías nacionales de la Asamblea Nacional del Pueblo (ANP, legislativo). Aisin Giorro Pu Jie fue también el último vástago de la familia imperial que nació dentro del recinto de la Ciudad Prohibida de Pekín, en 1907. Expulsados también de ese conjunto de palacios por los señores de la guerra que sucedieron al presidente-dictador Yuan Shi Kai en la década de los años veinte, su suerte fue errática hasta que el expansionismo japonés pensó en la familia imperial como medio de penetración en el subcontinente chino.

En 1929, Pu Jie ingresó en una escuela militar japonesa y se casó después con una aristócrata nipona de apellido Hao, quien, en uno de esos casos de fidelidad oriental, esperó para reunirse con él los más de quince anos que pasó en cárceles soviéticas y chinas. Tras la ofensiva de agosto de 1945 de las tropas soviéticas contra los ejércitos japoneses y del Manchukuo, toda la familia imperial fue hecha prisionera y durante más de cuatro años Pu Jie permaneció en campamentos de Siberia hasta 1950, cuando fueron entregados a la China de Mao. Entre agosto de 1950 y 1960, en que se dictó una amnistía, Pu Jie estuvo encarcelado y "reeducado". Una vez puesto en libertad, ocupó cargos dentro del nuevo régimen en la Conferencia Nacional Política Consultativa China (CNPCCh) y en la ANP, de la que fue miembro de su comité permanente. Sobrevivió más de 26 años a Pu Yi y era muy alabada su habilidad para el arte caligráfico, uno de los tradicionales chinos.

Pu Jie llevó una vida discreta, y en repetidas ocasiones viajó a Japón desde su liberación para pasar temporadas con la familia de su esposa, que falleció poco después de que su marido fuera liberado.-

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