Sorpresas en el buzón
Cuando había llegado a creer que no había cosa más deprimente que abrir el buzón y encontrar cartas del banco, he descubierto que aún hay cosas peores. Por lo visto, hay numerosas empresas que me conocen y osan poner mi nombre en el sobre para mandarme (lo último recibido) dos compresas de propaganda. De más está decir que en Navidades me felicitan la óptica a la que fui una vez hace años y la autoescuela donde me saqué el carné, por nombrar algunos de mis amigos. "Felicidades, es usted millonario", suelen decir otros que me toman por poco más que idiota.Aún creo que el correo es el medio de las amistades y los amores a distancia. Ni el teléfono ni el fax ni otros adelantos de la técnica (muy útiles para lo suyo) pueden sustituir esa carta que lees y relees mil veces y hasta la escondes como un tesoro.
Por eso rogaría a todos los que me amargan con sus envíos ridículos que me dejen en paz. Aún prefiero la depresión & ver el buzón vacío a encontrar mi nombre en un paquete de compresas.-
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