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El miedo a las redadas filtra las puertas de las discotecas

El fantasma de una segunda redada en las discotecas con sesión infantil rondó la tarde del pasado viernes por las calles donde se concentra la marcha. El juego limpio entre cómplices duró toda la tarde: los porteros exigieron los carnés de identidad y los chavales hicieron cola para mostrárselos. Entre ellos, dos redactoras de este periódico, que también tuvieron que tirar de carné.

Los policías municipales de paisano que han propiciado las denuncias de las últimas semanas contra seis discotecas por vender alcohol a menores de 16 años, se aburrieron está vez. "Casi todo es negativo", comentaba uno de ellos, en Aurrerá, en su argot, "habrá que empezar con la perifería". En las últimas semanas, seis discotecas con sesión infantil han sido denunciadas por vender alcohol a menores de 16 años y el viernes la lección parecía aprendida.

El pinchadiscos de RKO, una de las seis salas con sesión de tarde expedientada, estaba rabioso. A las nueve de la noche del viernes no pudo controlarse. Cortó inesperadamente una canción de Héroes del Silencio y habló por los altavoces como un boxeador que sube al ring: "A partir de ahora no entrarán más menores de 16. Es injusto, pero así funcionan el Ayuntamiento y la policía, y nosotros acatamos las normas. Y todo esto por un menor que cogieron borracho". En realidad, la policía encontró a 86 menores consumiendo alcohol.

Lo exaltado del discurso del pincha se correspondía tan sólo a medias con la realidad: el portero de RKO, nuevo esa noche, asumía su papel, pero no lo ejercía del todo: "Tenéis 16 años, ¿no?", preguntaba con coquetería a las clientes de la discoteca. "Yo no llevo el carné", le dijo una de las periodistas. "Venga, pasa", le replicó el portero. Otros chicos no tuvieron ningún problema después de desplegar una roñosa fotocopia del carné. Esta franquicia estaba prohibida la noche del viernes en otros locales. Dentro de RKO el ambiente era de resignación. "No hay el ambientazo de otros fines de semana, pero ya volverá", comentaban entre cubatas. Adolescentes y empresarios han tenido a la policía en los talones el fin de semana. PASA A LA PÁGINA 5

Los jóvenes salieron de copas con el carné

VIENE DE LA PÁGINA 1Los menos enterados se quedaron sin fiesta. Como de costumbre, sólo llevaban la fotocopia del documento de identidad. Esta vez no coló la ingenua falsificación. La consigna era DNI o nada. Menos en la discoteca Bocaccio: los alumnos de un instituto de la calle de Arturo Soria la habían alquilado hasta las 22.30 de la noche. Allí nada de carnés, porque si los hubieran exigido, no habrían podido entrar ni la mitad. La mayoría no superaba los 15, pero se sabía de memoria las canciones de los Doors que sonaban en inglés. Sonido muy acorde con el aspecto decadente del local, decorado en rojos y terciopelo.

Un chico gordo y con espinillas, que dijo tener 17 años, balbuceó con displicencia: "Esto ha estado lleno de tíos de 12 años, y estaban más pedo que yo". Su amigo, dándose importancia para compensar su baja estatura, contaba a diestro y siniestro que él ya había cumplido los 18. Nadie se lo había preguntado. La policía no apareció en toda la noche y los chavales abandonaron el local más entonados de lo que hubiese querido el Ayuntamiento.

En otras discotecas del circuito infantil las cosas no resultaron tan fáciles. Las redadas de la semana anterior les habían hecho escarmentar. Enormes carteles que ahuyentaban a los menores de 16 años aparecieron como por arte de magia a la puerta de las discotecas. Eso ocurrió en Fun Factory, el Liguero de Marta -visitado también por policías municipales de paisano-, Aire y Mogador. Snobbísimo, que había sido denunciada, cerró. Sin embargo, la discoteca Die Mauer no pareció aplicarse el cuento. El local, con un aforo para 487 personas y con una orden de cierre en las manos, tenía el sábado a más de 1.500 jóvenes bailando desaforadamente en su interior. La policía, que se pasó por la sala para realizar una inspección rutinaria, se quedó atónita ante la marabunta y ha abierto un expediente contra el local.

La inauguración de Fun Factory, la antigua y expedientada Caché de la avenida del General Perón, fue la primera cita para las dos periodistas que se sumaron a la tarde de copas. Montones de adolescentes se arremolinan a su puerta. Nerviosos, comentan: "Pues yo no me he traído el carné". "Vale la fotocopia", pregunta un chico con las gafas de sol puestas de visera. "No tío, no podéis entrar", contesta inflexible el portero.

Carné boca abajo

Los relaciones públicas tienen poder de decisión. Las miradas se tornan de admiración cuando sus amigos pasan sin tener que acreditar su edad. Como ocurrió en Fun Factory. Unas chicas, ya dentro de la discoteca, intentan pasar bajo cuerda los codiciados documentos para unas amigas que, como siempre, sólo llevaban el abono de transporte. A veces es posible pasar con un carné que no es el propio. La técnica es sencilla: se enseña boca abajo y, si hay suerte -y prisa-, el portero no mira la foto. A la puerta de Fun Factory se quedaron varios grupos con la miel en los labios y los colores subidos, lamentándose: "No hemos dado la talla". "Mamá, por qué eres tan bajita", se quejaba Dani, que había heredado la talla de su progenitora.

La siguiente parada de la tarde es Aire, en Cea Bermúdez. La clientela tiene un estilo grunge y destaca el tipo chica-rubia-guapa, con algún año más que los que acudieron a Fun Factory. Hay una cola larguísima para entrar: el portero se toma su tiempo en revisar los carnés.

La redada policial de la semana pasada fue comentario obligado en los pasillos de los institutos: "La peña no habla más que de los tíos que cogieron pedo ", cuenta Jesús, de 17 años, que recalaba en RKO con sus amigos después del desastre de Fun Factory. "Los de menos de 15 son los que más ciegos se ponen, pero hoy no han salido", explicaba Alejandro.

Rafa y sus amigos se ven contentos. Tienen todo lo que necesitan un viernes a las jueve y cuarto de la noche: un cubata, música de Héroes del Silencio y un par de chicas para entretener Recomiendan no ir a una de las discotecas expedientadas, por lo menos ese fin de semana.

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