El fin de la mayoría
El PSOE afronta su 33º Congreso con profundas dudas sobre, el papel del partido
Un malestar recorre el PSOE. Los debates sobre el futuro de la socialdemocracia, el modelo de partido o el impulso democrático que centrarán los trabajos de 330 congreso federal no consiguen abrirse paso a través de la pelea sobre la futura composición de la dirección del partido. Unos culpan a los medios de comunicación de personalizar el congreso -Guerra sí-Guerra no- y otros lo atribuyen al caudillismo que Felipe González ha ido imponiendo en el partido en la última década. Soterrado la mayor parte de las veces, pero clamoroso en ocasiones, el debate ideológico empieza a perfilarse con más claridad en estas vísperas de un congreso que nace bajo el signo de la renovación y con la opinión extendida de que existe una cierta crisis de identidad.El Partido Socialista Obrero Español es, por el momento, la máquina política más poderosa de España. Con cerca de 350.000 afiliados, unos 30.006 cargos públicos y más de una década de gobierno a nivel municipal, autonómico y estatal, el PSOE llega al congreso con serios problemas como resultado de los cambios registrados en la sociedad y en el propio partido. Según cifras oficiales, los militantes de las 50 capitales de provincia sumaban el pasado mes de septiembre 77.042, un 22,7 1 %. Un indicio de su progresiva pérdida de fuerza en los medios urbanos.
"Cada vez nos votan menos las capas urbanas, los profesionales, los jóvenes, los electores con alto nivel educativo, y ello sucede en todos los lares, por lo que parece que el diagnóstico no debiera diferenciar territorios, sino estructuras sociales y pautas de comportamiento", afirmaba Joaquín Almunia el pasado mes de septiembre en la escuela de verano Jaime Vera y tras la cuarta victoria consecutiva del PSOE en unas elecciones generales.Pluralismo ideológico
Para combatir esa sensación de estancamiento organizativo y de esclerosis política, todos los sectores del partido coinciden en la receta, "abrir el partido a la sociedad", pero discrepan en la forma de hacerlo. Tal vez por ello, el grupo más numeroso de as 8.000 enmiendas a la ponencia marco del 330 congreso se refiere, según un portavoz de la dirección federal, al modelo de partido y, concretamente, a la composición de la futura ejecutiva.
Antonio García Santesmases, dirigente de Izquierda Socialista, la única corriente organizada que existe en el PSOE y que se mantiene a una prudente distancia de la pelea entre renovadores y guerristas, considera imprescindible articular "un pluralismo ideológico interno". En su opinión, las dificultades internas por las que atraviesa el PSOE se deben a la ruptura de la mayoría surgida en torno a Felipe González tras el congreso extraordinario de 1979, el de la renuncia al marxismo. La quiebra posterior de las relaciones fraternales con UGT en 1988, tras la huelga general del 14-D, y la dimisión de Alfonso Guerra en 1991, en la estela de las acusaciones de corrupción, certifican, en su opinión; la defunción de la anterior mayoría. Además, en la pasada legislatura llegaba el reproche, desde el Gobierno, de que todo lo "bueno" que realizaba el Ejecutivo no se podía comunicar a la sociedad por las malas noticias que llegaban de la ejecutiva del partido.
"La salida a esa situación fue resaltar la figura del líder y oscurecer la imagen del partido. La última campaña electoral no era parlamentaria, sino presidencial; el triunfo no fue del partido, sino del candidato, y el cambio sobre el cambio debía consistir en reducir a escombros a la anterior dirección e iniciar la auténtica renovación que se visualiza con la elección del nuevo portavoz parlamentario, Carlos Solchaga. El contenido de ese proyecto ha sido distanciar al líder del aparato partidario, subrayar sus virtudes de candidato, y, de paso, reafirmar una línea ideológica que ha sido muy relevante estos años a nivel gubernamental, pero sin fuerza a nivel orgánico", según García, Santesmases.
A su juicio, "el social-liberalismo y el socialismo de izquierdas van a estar presentes en cualquier partido socialista y las tesis que sustentan ambas corrientes no son puramente coyunturales. Por tanto, lo importante es articular un partido que recoja el pluralismo a través de una estructura que recoja las alas, corrientes, tendencias o sensibilidades". "Lo importante es saber que un partido no está sólo para ganar elecciones, ni para secundar a su líder por carismático que pueda ser, anulando su propia conciencia para no perturbar a la de su máximo dirigente".
Diálogo y concesiones
Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que ha demostrado una indudable capacidad política en Extremadura y no oculta su admiración por Alfonso Guerra, ha explicado públicamente que cualquier solución tiene que pasar por la aceptación de "una nueva cultura que no esté basada en la unanimidad, sino en la pluralidad. La sociedad española ha apostado por el pluralismo, y no existe ninguna razón de peso para que ese pluralismo no se traslade al interior del partido".
La aceptación del pluralismo, la discrepancia interna, exige en su opinión tres reglas: la existencia de órganos ejecutivos y de dirección pluralistas y heterogéneos. Admitida la heterogeneidad en los órganos decisorios, habrá que buscar fórmulas entre diversas posiciones. No puede haber mayorías ni minorías numéricas. Se debe llegar al acuerdo mediante el diálogo y la cesión mutua. La garantía de que ese diálogo y acuerdo pueda conseguirse reside en la voluntad de sus miembros, pero también en la autoridad del líder. "Si el líder se decanta sistemáticamente por un grupo, está imposibilitando la cohesión interna y está dejando de ser un líder necesario para convertirse en un obstáculo a la cohesión y al pluralismo", afirmó. Es la ejecutiva equilibrada que pide Alfonso Guerra.
Pero quien posiblemente ha ido más lejos en sus críticas al actual funcionamiento del partido es Joaquín Leguina, presidente de la Comunidad de Madrid, de difícil clasificación en las diferentes tendencias del partido. Leguina, en su ensayo político Los ríos desbordados, en el que aborda los temas más candentes a debate en el 33º congreso, afirma que la crisis de legitimidad que la política sufre en Europa no está tanto en las instituciones del Estado como en las grietas que presenta hoy la forma-partido".
En su opinión, la vieja reticencia española hacia la política se ve reforzada por el excesivo protagonismo de los aparatos de los partidos. La baja afiliación facilita el control de los órganos de dirección sobre el conjunto del partido. "En un partido donde el número de cargos públicos representa una tasa muy alta respecto a la afiliación, una parte de la militancia se convierte en aspirante a cargo público. En tal caso, la dirección, el aparato, tiene una enorme capacidad de seducción sobre el conjunto de los afiliados en la medida en que dicha dirección es quien reparte internamente el poder adquirido en las urnas".
El pluralismo, la movilidad horizontal, el relevo generacional, la democracia interna, son algunas ideas desarrolladas por Leguina, quien no oculta tampoco su hostilidad a las direcciones monolíticas y carismáticas. "El líder debe autoimponerse limitaciones a la hora de intervenir en las elecciones internas. Lo que está reglado como elección déjese a ésta sin convertirla en cooptación", afirma.
La batalla de la comisión ejecutiva, punto culminante del próximo congreso socialista, encierra algo más que una pelea de nombres. En juego está toda una concepción de lo que debe ser una organización democrática.
Modelos para armar
Al pulso entre una dirección homogénea, como defiende Felipe González, frente a una ejecutiva equilibrada, Y por tanto heterogénea, como quiere Alfonso Guerra, se suman varios modelos de composición de la futura comisión ejecutiva federal. Todo dependerá de los equilibrios que se alcancen durante la reunión.Al modelo actual -una comisión ejecutiva formada por un presidente, un secretario general, un vicesecretario, diez secretarios de área y 19 vocales- se propone como alternativa una ejecutiva todavía más amplia, pero con un secretariado -una especie de comisión delegada- formado por el presidente, el secretario general, el vicesecretario y los secretarios de área. Esta alternativa permitiría dar entrada a las diferentes "sensibilidades" y mantener la "cohesión" en el secretariado. Un tercer modelo, que tiene pocas posibilidades de prosperar, es la elección de una. comisión ejecutiva reducida y un órgano intermedio entre ésta y el comité federal con capacidad de coordinación y capacidad decisoria. La dificultad para que este último modelo sea aprobado reside en que dejaría con pocas competencias al comité federal, asamblea del partido entre congresos, donde están representadas actualmente las diferentes corrientes partidarias.
Los sistemas de votación, que son los que deciden las mayorías y las minorías, también están sujetos a discusión. Actualmente, el voto de los delegados es individual salvo para tres votaciones importantes: la elección de la mesa, el examen de la comisión ejecutiva y su elección, en las que participan únicamente los cabezas de cada federación de acuerdo con el número de mandatos que representan.
La alternativa, ya puesta en práctica en el último congreso de los socialistas catalanes con algún susto para la dirección, fue el establecimiento de la votación individual de los delegados en todos los trámites del congreso. Ésta puede ser, a su vez, pública o secreta. Algunos miembros de la actual dirección se niegan a que las resoluciones del congreso, las decisiones políticas, puedan aprobarse en votación secreta, ya que, políticamente, hay que asumir públicamente lo que se aprueba. En la elección de las personas o en la aprobación o censura de la gestión de la ejecutiva saliente puede abrirse paso el voto individual y secreto.
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