A la madre de un quinto

He leído con extrañeza una carta publicada en la página 12 de su diario el pasado 9 de febrero, bajo el epígrafe Madre de quinto.Mi asombro se debe al desconocimiento de la firmante, Paloma Solana, quien se queja de que su hijo, que se encuentra cumpliendo el servicio militar, hubiera tenido que gastarse 10.000 pesetas en adquirir diverso material militar necesario para realizar unas maniobras.

Como no dudo de la palabra de esta señora, me inclino por el fácil y frecuente recurso, que algunos emplean, de aparentar unas necesidades extraordinarias durante el servicio militar, propiciando de este modo el envío inmediato de dinero por parte de sus familiares. Picaresca si se quiere simpatica, pero que merma sin motivo la economía particular y la ¡magen del propio servicio militar.

Cualquier joven que haya pasado por las filas de nuestro Ejercito podrá afirmar categoricamente que ningún soldado ha de sufragar parte alguna del material necesario para cumplir con sus obligaciones durante el servicio mil¡tar.

En el Ejército, el soldado dispone de todo lo preciso para realizar maniobras o cualquier otra actividad: ropa y calzado adecuado, alimentación, alojamiento y, por supuesto, el "material de botiquín y cuerda de escalada" al que doña Paloma se refiere en su carta. En definitiva el soldado nada paga, aparte de sus gastos personales privados. Afirmar otra cosa no responde a la realidad.- Jefe de la Oficina de Comunicación Pública del Cuartel General del Ejército.