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Sentados bajo el agua

Los bomberos obtienen un variopinto 'botín' al limpiar el estanque del Retiro

Octavio Cabezas

Media docena de sillas de todas las procedencias (de casas, de chiringuitos y plegables), una barca, dos piraguas, un banco, un trozo de verja, una valla protectora y un montón de sacos de cemento. Ésas son algunas de las piezas del tesoro escondido que guarda el estanque del Retiro en sus entrañas y que los bomberos obtuvieron ayer en su primer día de rastreo, que termina el sábado.Con un frío intenso -la temperatura del agua no llegaba a los 10 grados-, una decena de miembros de la Unidad de Buceo del cuerpo municipal de bomberos pasó ayer la mañana zambulléndose en parte del perímetro cercano al muelle. La limpieza de este improvisado almacén en que los ciudadanos convierten al estanque se acomete para, el domingo, celebrar una prueba de natación a la que puede apuntarse cualquiera. La travesía a nado servirá de colofón a las Jornadas de Concienciación Ecológica del Ayuntamiento de Madrid.

Es la primera vez en muchos años que se sanea el estanque, de 200 metros de largo, unos 100 de ancho, una media de profundidad de dos metros y unos 40.000 metros cúbicos de capacidad. Los bomberos barren en junio, el lago de la Casa de Campo con objeto de prepararlo para una prueba deportiva.

Las tareas de limpieza de los bordes servirán, en palabras de Santiago Sarmiento, responsable de la operación, "para garantizar que los participantes no se corten con algún culo de botella o con cualquier objeto cortante". Sarmiento añade: "Este trabajo nuestro, aunque pueda parecer lo contrario, no es ninguna bicoca. Hay que hacerlo de manera muy minuciosa para evitar accidentes y para que el rastreo sea completo".

Los bomberos se sumergen por parejas (norma habitual en el submarinismo), de la mano o agarrados a un cable lastrado. Como no se ve nada debido a lo turbio del fondo, sólo pueden orientarse mediante el tacto. El frío helador les obliga, pese a sus trajes protectores, a no permanecer dentro más de 45 minutos. El agua huele fatal, y eso que un portavoz municipal afirma que "se limpia todas las mañanas y se analiza una vez a la semana". Entra en los reguladores (aparatos por los que reciben aire de las bombonas) de los submarinistas y, al tragarla, les revuelve el estómago. Pero se lo toman con buen humor. "A ver si traen un poco de hielo' ' ', dice uno. "Te pinchas hasta con las aletas", comenta otro. "¡Eh! ¡Que eso es mi pie!", grita un tercero.

Poco a poco las zambullidas obtienen fruto, y litronas, latas, cristales, cámaras de fotos, papeleras e incluso una cartera con un carnet de identidad y varias tarjetas de crédito a nombre de Pilar Marcos Carrasco van llenando cestas y más cestas. "De todo se hace un inventario", precisa Sarmiento, "y la gran mayoría de objetos acaba en un contenedor de basura, pero siempre hay algo de valor, como esta cartera, por ejemplo, cuya sustracción puede haber sido denunciada".

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