Ridículo del esquí español en la combinada
ENVIADO ESPECIALEl rey Juan Carlos había deseado la noche anterior, durante una cena ofrecida a la delegación española por el presidente del COI, Juan Antonio Samaranch, los mejores resultados a los deportistas en los Juegos. Los deseos reales, sin embargo, fueron contestados pronto con todo un récord. Ayer, Ovidio García acabó el 540 y último en el descenso de la combinada, algo histórico en el deporte español. Sus compañeros Javier Ubeira y Vicente Tomás mejoraron algo. Fueron el 45º y el 49º, respectivamente.
Esta miseria hispana contrasta con el éxito que invade ya al país anfitrión. Noruega, líder en el medallero, tras copar el oro y la plata en los 30 kilómetros de fondo, como había hecho en los 5.000 metros del patinaje de velocidad el domingo."Es demasiado frío para un español", dijo Ovidio García, para justificar su puesto. "Fue horrible y una carrera terriblemente difícil. Yo soy mejor en eslalon", añadió. Efectivamente, su especialidad son las pruebas de habilidad, en las que tiene previsto participar, y la combinada se completará en Hafjell con las dos mangas del eslalon el día 25. Quizá haga menos frío, porque ayer volvió a ser muy duro, como el día anterior en el descenso absoluto, en el que felizmente no participaron españoles. Había 11 grados bajo cero en la salida y 16 en la meta tras los 2.829 metros de recorrido con un desnivel de 770. Pero el frío era para todos, incluido el portugués Mendes, que acabó el 300, por ejemplo, el chileno Linneberg, el 35º, o el andorrano Escoda, el 400.
Javier Ubeira, el mejor español, que acabó a casi seis segundos del mejor tiempo del noruego Kjus, ya campeón mundial de la combinada en Morioka 93, sólo superó al argentino Puricelli, al polaco Szafrariski y al húngaro Bonis. Vicente Tomás, cuatro puestos más abajo, a casi siete segundos y medio de Kjus , mejoró al finlandés Marila, al esloveno Grilc y a los chilenos Margozzini y Racloz. Ovidio, a nadie, salvo al británico Gaylord y al austriaco Knaus, que no terminaron la prueba. El español terminó a nueve segundos y medio del vencedor noruego.
Las clasificaciones españolas en los últimos Juegos Olímpicos de Invierno habían sido mediocres, salvo Blanca Fernández Ochoa, pero nunca habían cerrado las clasificaciones con tanto descaro. En el descenso , y en las pruebas de velocidad en general, ni siquiera brillaron en sus carreras los hermanos Fernández Ochoa, por razones técnicas y de dificultad, pero el ridículo en el descenso de la combinada, más suave que el absoluto, es insólito.
Los favoritos
Los norteamericanos Rasmussen y Moe, éste ya ganador el domingo, fueron segundo y tercero ayer. Sin embargo, junto a Kjus, los favoritos en la combinada por sus posibilidades en el eslalon serán la estrella noruega, Kjetil Andre Aamodt, sexto ayer, y el multilaureado luxemburgués Marc Girardelli, al que siempre le sigue faltando un oro olímpico, aunque haya declarado muchas veces que no le da casi valor.En la comparación con el desastre alpino, los dos españoles del fondo, Jordi Ribó y Juan Jesús Gutiérrez, tuvieron un éxito en los 30 kilómetros. Quedaron 300 y 3 1 0, respectivamente, de 72 clasificados. Y superaron a muchos participantes con mayor tradición nórdica. Además, debieron soportar, sobre todo Ribó, que salió 13 minutos antes que Gutiérrez, temperaturas superiores a los 20 grados bajo cero. La organización se reunió incluso para retrasar el comienzo de la prueba, pero no lo hizo pese a las protestas incluso de médicos como el del equipo noruego, que avisó del peligro de problemas respiratorios, especialmente al hacer esfuerzos tan duros como en el esquí de fondo (uno de los deportes considerados de mayor desgaste físico), a tan bajas temperaturas. Precisamente el ganador, el noruego Thomas Alsgaard, salió de los últimos y él mismo quedó sorprendido al batir al gran favorito, su compatriota Bjorri Daehlie, también plata en Albertville 92, pero oro en 15, 50 y 4x 10 kilómetros.
En otras finales de ayer, el especialista alemán Georg Hackl repitió su triunfo de hace dos años en el extraño luge, pese a ser muy acosado por el austríaco Markus Prock, mientras el norteamericano Dan Jansen, plusmarquista mundial de 500 metros, la prueba de máxima velocidad en el patinaje sobre hielo, volvió a fallar. Esta vez no se cayó como en Albertville, afectado por la muerte por cáncer de su hermana, pero un fallo en la última curva le relegó al octavo lugar. Dos rusos, Golubev y Klevchenya.
Samaranch, a Sarajevo
Juan Antonio Samaranch, por su parte, viajó ayer a Sarajevo, vía Zúrich, para mostrar en dos días su solidaridad con la ciudad sede de los Juegos hace 10 años. De paso, huyó del desastre deportivo español, que ha criticado y lamenta. Su recomendación previa a los Juegos de que vinieran pocos atletas para pasar inadvertidos no sentó bien en técnicos y dirigentes españoles.Samaranch, en todo caso, tenía previsto volar a la capital de Bosnia en los primeros días de los Juegos, en cuanto tuviera el permiso de la ONU. Y sólo viajó acompañado por cuatro personas por razones de espacio en el avión privado de Mario Vázquez Raña, presidente de la Asociación de los Comités Olímpicos Nacionales.
Por otro lado, los Reyes transmitieron ayer su apoyo a la candidatura de Jaca para los Juegos de Invierno del año 2002, durante un desayuno ofrecido a la delegación de la citada localidad aragonesa que se encuentra en Lillehammer. Los Reyes y las infantas Elena y Cristina regresaron por la tarde a Madrid.
Un colista con patrocinador
La situación del esquí español es tan curiosa que corre pareja entre la mediocridad y el infortunio, sin que falten las sorpresas. Ovidio García, último ayer en el descenso de la combinada, es el protagonista de una de ellas. Sobre todo cuando se conoce que tiene incluso un patrocinador personal, una empresa distribuidora de pantalones vaqueros.Ovidio cumplirá en mayo los 26 años y con mucho esfuerzo ha dedicado su vida al esquí. Su padre, monitor en la estación de Valgrande-Pajares, le inició a edad muy temprana y su carrera se llenó desde los nueve años de títulos asturianos y nacionales. Incluso ganó carreras en Estados Unidos, donde compaginó estudios y esquí.
El eslalon es su mejor prueba, aunque también ha ganado en gigante. Pero siempre a un nivel medio, con escasísimos acercamientos a los 20-25 primeros puestos en alguna competición de Copa del Mundo. En los Juegos de Albenville y en los Mundiales de 1990 se cayó en los dos eslálones. Su mala suerte le ha llevado a sufrir dos operaciones de rodilla, la última apenas cinco meses antes de la cita olímpica de 1992.
Por eso se ha sentido un modesto trotamundos del esquí, sin sacar apenas beneficios, salvo conocer países practicando su deporte. Y ahora, en su despedida, sólo es protagonista por ser el último en una prueba.
Quizá no sea el único español en estos Juegos Olímpicos. Hoy empezarán a intentar no serlo los esquiadores artísticos José Javier Rojas y Patricia Portillo. Y en el supergigante femenino, para ver desde muy lejos a la italiana Deborah Compagnoni o a la austriaca Anita Wacher, saldrán Ainhoa Ibarra y María José Rienda.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.