¿Qué se puede hacer?
Se llama Domingo Guillén, es locutor, dominicano e invidente.En Santo Domingo denunció un caso de corrupción a través de la emisora donde trabajaba y, como consecuencia, cerró para siempre su futuro y su presente; no solamente de él, sino el de su familia, con dos hermanos también invidentes. Sus amigos le compraron el pasaje y, en septiembre del 92, llegó a Madrid solo, sin conocer a nadie. Traía la maleta llena de ilusiones, de ganas de vivir y de esperanza. Buscó ayuda en la ONCE, dada su condición de invidente, pero le fue negada: "No es usted español". Alguien le dijo que obteniendo un certificado de minusvalía podría conseguir un trabajo y, posiblemente, ayuda económica. Fue de despacho en despacho, aprendiendo por el camino a sobrevivir en esta ciudad poco hospitalaria con los inmigrantes pobres.
En el Centro de Ayuda al Refugiado (CAR) le han negado el certificado, alegando que sin pertenecer a la Seguridad Social y tener mínimo un año de residencia legalizada es imposible, porque ¡con ese certificado se legalizaría su situación! La residencia no la puede obtener sin un visado y sin contrato de trabajo, el contrato de trabajo no lo consigue sin estar legalizado... Es la pescadilla que se muerde la cola. Tampoco ha tenido ayuda de centros oficiales, ni de las organizaciones no gubernamentales (ONG).
Mientras, Domingo sigue viviendo en un asilo de las Madres de Teresa de Calcuta, contagiándonos a todos su buen humor, y nosotros, los que le queremos, lloramos de rabia ante tanto desatino, tanta burocracia y, sobre todo, esta falta imperdonable de humanidad.-
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