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La resistible ascensión de un magnate

Aunque Bernard Tapie, de 51 años, asegura que hay "otras cosas más importantes en el mundo" y que "hay que saber relativizar el valor del fútbol, que sólo es un juego", tiene mucho dinero invertido en el OM y sólo puede recuperarlo si el equipo se clasifica para una competición europea y puede realizar nuevas plusvalías con el traspaso de jugadores.

Quizás por eso, el controvertido diputado de los radicales de izquierda, al que le fue levantada la inmunidad parlamentaria recientemente por su implicación en otro acto irregular en beneficio de una de sus empresas, ha advertido que no aceptará "esa nueva tentativa de asesinato del OM, aunque tenga cobertura legal".

Tapie, ex ministro de asuntos ciudadanos del Gobierno francés amigo del presidente François Mitterrand, ha negado hasta el momento todas las acusaciones. Ha evitado la cárcel gracias a su condición de parlamentario. Aunque en periodo fuera de sesiones del Congreso cualquier diputado puede ser encausado, el encarcelamiento sólo es posible si lo permite la Asamblea Nacional, permiso que hasta ahora ha denegado al juez Beffy.

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El procesamiento de su presidente no sentó nada bien en Marsella. Allí, los aficionados siempre han contemplado el caso como una resultante más del enfrentamiento norte-sur, entre París y Marsella. Para ellos, Tapie es un triunfador al que han convertido en chivo expiatorio. "Quieren la cabeza de Tapie y, de paso, matar al club", comentaba un socio del OM. "No es nada nuevo, pero esta vez se han pasado".

El procesamiento por amañar un resultado es el último bofetón que recibe Tapie, un empresario, ejemplo del self made-man a la francesa, cuya carrera empresarial y política parecía imparable. Con sus métodos heterodoxos revolucionó el tranquilo mundo del ciclismo, cuando robó a Bernard Hinault del Renault y fundar La Vie Claire. Después fue propietario de la firma Adidas.

El Estado francés tiene abiertas otras dos causas contra él, en una, acusado de de "abuso de bienes sociales" en una empresa de su grupo, y en la otra, de "desacato" al fiscal

De Montgolfier por tildar sus métodos de investigación como propios de la Gestapo.

En definitiva, Bernard Tapie, que en su momento supo desdecirse y renunciar a querellarse contra la UEFA por expulsar al OM de la Copa de Europa, no parece querer abandonar el club marsellés sin haber recuperado lo invertido, tanto en capital financiero como en capital político y de popularidad. Aunque el OM está en venta y Tapie tuvo que vender al fútbol italiano a tres de sus mejores jugadores

—Boksic, Stoikovich y Desailly— para enjugar deudas, el equipo, entrenado por Gerard Bourrier, no lo ha hecho mal en la Liga francesa. Actualmente es segundo, y tiene posibilidades de repetir título.

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