El desayuno del vagabundo
No hay nada mejor, para medir el clima ideológico que abotarga las informaciones, que contemplar lo que la prensa recicla entre la manipulada basura que ofrece una buena parte de las agencias de noticias. Durante meses, nos pusieron ante los ojos, sin el menor pudor, a los niños hambrientos de Somalia. Ya no salen. Deben de estar ahora bien alimentados. ¿O es que se utilizaban para algo distinto de la piedad y la solidaridad esas imágenes? Continuamente se nos bombardea con noticias implacables de los bombardeos de Sarajevo. Cada uno saca de esos escombros, como del muro de Berlín, algún cascote para reconstruir una equívoca, confusa, dañada memoria. ¿Se pretende crear, desde una supuesta conciencia de horror y de rechazo, la plataforma humanitaria para que comiencen nuestros bombardeos? Recuerdo que cuando la guerra del Golfo se habló-sarcasmos de la hipocresía y del lenguaje- de bombas inteligentes. ¿Es que nuestra tecnología ha hecho tales progresos que ha inventado la bomba humanitaria?Aunque la fotografía es más amable que la de esas monstruosidades a que nos tienen acostumbrados, EL PAÍS publicaba, el día 20 de enero, una foto a tres columnas de "un vagabundo de Moscú desayunando en una cocina callejera financiada por la Unión Europea". El buen hombre, con sus claros ojillos perdidos más allá del plato de sopa ¿boba?, piensa, tal vez, en los miles de mendigos de España, Alemania, Francia, Reino Unido, EE UU, México, Chile, Japón, India, etcétera, que, sin duda, merecerían, probablemente más que él, los honores de esta originalidad informativa. Por eso, la perplejidad que muestra su inocente rostro, mientras muerde, resignado, el amargo, humanitario, pan. Seguro que se pregunta: "¿A quién le importa tanto mi desayuno, para merecer la primera plana de tan importante periódico?, ¿con qué olla podrida están desayunando los que me venden y manipulan?".-
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