La devaluada extrema derecha francesa celebra su IX Congreso

El ultraderechista Frente Nacional (FN) de Jean-Marie Le Pen ya no es un peligro que crece en Francia sino una amenaza enquistada. Este fin de semana el FN celebra en Port-Marly, en los alrededores de París, su IX Congreso. Los 22 años de historia del partido de la extrema derecha francesa se dividen en dos partes: hasta 1981, año de la llegada al poder del socialismo de François Mitterrand, el FN oscilaba entre el 1,3% y el 0,2% de los votos. Era un grupúsculo. Entre 1981 y 1993, fecha de las últimas elecciones, él FN se ha movido entre el 9,7% y el 14,4%, transformándose en la cuarta fuerza política del país, por detrás de los gaullistas, los liberales y los socialistas, pero por delante de los comunistas y de los ecologistas.Mañana, cuando acabe el congreso, Le Pen será reelegido por aclamación presidente del FN y candidato a la presidencia de la República para 1995.. Desde marzo de 1993 y la arrolladora victoria de la derecha, Le Pen se ha mantenido muy silencioso. La popularidad del primer ministro Edouard Balladur hacía imposible que su voz pudiese ser escuchada. Ahora, el FN parece reencontrar sus temas después de que el Gobierno diese marcha atrás en su proyecto de subvencionar aún más la escuela privada, después de que optase por expulsar a Irán a dos terroristas shiíes en vez de acceder a la demanda de extradición de Suiza, en plena protesta callejera de los pescadores bretones, y mientras el RPR de Chirac inicia una guerra sorda contra Balladur.

El auténtico cambio

"Francia ha cambiado de gobierno pero no de política. Balladur prosigue la política de Bérégovoy. A los social-liberales les han sucedido los liberal-sociales", resume Le Pen para reivindicar que sólo el FN puede aportar una auténtico cambio. Carl Lang, secretario general del partido, no tiene el menor reparo en admitir que "en una época de pleno empleo y de estabilidad política no encontraríamos nuestro lugar en el mapa social". Un 20% de jóvenes entre 18 y 24 años piensa votarles y también un 18% de los obreros. El FN favorece el racismo en las escuelas y exige que los extranjeros regresen a su país.El FN, debido a la ley electoral, no tiene ningún diputado en el Parlamento galo pero cuenta con 962 concejales, 230 consejeros regionales y tres de un ámbito comunitario mayor. En Estrasburgo se sientan 10 miembros del FN y las tesis del partido sobre el control de emigración, en contra de la mundialización de los intercambios económicos y en favor de una exigencia de mayor seguridad son bien vistas por un 30% de la población. Pero el FN es sólo un partido de protesta. Le Pen es considerado merecedor de confianza por parte de un 12% de los franceses, es decir, un porcentaje que corresponde a los votantes del FN. El partido se ha consolidado, pero sigue aislado.