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BMW compra Rover por 60.000 millones de pesetas

Enric González

El Reino Unido perdió ayer su última gran empresa automovilística. La firma alemana BMW anunció la compra del 80% de Rover por 800 millones de libras (más de 160.000 millones de pesetas), sólo seis años después de que la empresa fuera privatizada y adquirida por British Aeroespace (BAe) al precio de 150 millones de libras.

La compañía japonesa Honda, propietaria del restante 20% de Rover y artífice en gran parte de su recuperación económica y tecnológica, dijo sentirse traicionada por el acuerdo con los alemanes.El presidente de Honda, Nobuhiko Kawamoto, señaló que la venta a BMW echaba a perder "los esfuerzos de Honda y Rover por establecer un futuro sólido para Rover, basado en su identidad: británica y en su imagen de marca". "Honda siempre pensó", dijo Kawamoto, "que la clave del éxito de Rover era su independencia". Rover estaba cayendo en picado hace seis años, cuando pasó del sector público a manos de BAe, y fue Honda, con la aportación de sus motores y sus sistemas de trabajo, quien consiguió devolver prestigio y ventas al fabricante británico.

BMW se comprometió ayer a respetar el programa de inversiones y los puestos de trabajo, pero no reveló sus planes industriales. Los sindicatos expresaron su temor a que BMW se limitara a aprovechar las plantas de producción de Rover para reducir sus propios, costes (la hota de trabajo cuesta casi exactamente el doble en Alemania que en el Reino Unido, 16,90 libras frente a 8,60) y ahogara poco a poco la marca Rover, bastantes de cuyos modelos compiten directamente con modelos de BMW.

La venta no será firme hasta que los accionistas de British Aerospace den su visto bueno, pero eso parece una simple formalidad. Las acciones de BAe subieron ayer como la espuma en la Bolsa de Londres, en una clara indicación de que los inversores veían atractivo el acuerdo. En realidad, la venta permitirá obtener una plusvalía superior al 500% en sólo seis años (de 150 millones de libras a 800 millones), y proporcionará a BAe una utilísima inyección de liquidez.

Al disgusto de Honda y las reticencias sindicales se unió inmediatamente el rechazo de la oposición laborista, que calificó la venta de "estafa al contribuyente". El portavoz para asuntos industriales, Robin Cook, afirmó que se había "prácticamente regalado a BAe una empresa saneada con dinero público", y que era "vergonzoso" que en sólo seis anos pasara a manos alemanas. El subsecretario de Industria, Teo Sainsbury, dijo por el contrario que la venta demostraba "la eficiencia de la privatización" y aseguraba "un futuro brillante" para Rover y para la industria automovilística en el Reino Unido. "La procedencia del capital es hoy día un detalle, secundario; lo importante son los puestos de trabajo", manifestó Sainsbury.

Cuando se consume la venta, Rolls-Royce será el último bastión de la otrora poderosa industria británica del automóvil.

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