El Sanse se hace un 'lifting' provisional

El Sanse está mucho más guapo después del lifting. La llegada de Sito, el entrenador provisional, contribuyó a cambiarle la cara al equipo, al menos por un día. El conjunto madrileño estiró sus líneas, se mostró más alegre en ataque y más ordenado en defensa. La complicidad entre Arellano y Juan Díaz hizo el resto. El pequeño delantero sansero provocó un penalti y propició el otro. Y Juan Díaz se encargó de transformarlos. Dos goles que los jugadores celebraron aplaudiendo al público. Festejaban su primera victoria de la competición liguera del año 1994.El planteamiento del entrenador provisional fue valiente. Colocó a dos puntas natos, Lorente y Soriano, y a un media punta habilidoso como Arellano como enlace del centro del campo con la delantera. Atrás, Juan Díaz se encargó de poner el orden defensivo que ofrece la tranquilidad necesaria para una proyección ofensiva alegre.

El Lugo se presentó en Matapiñoneras como un equipo sólido. Pero su empuje se esfumó en veinte minutos. En los primeros compases del encuentro, sus jugadores se dedicaron a enviar balones envenenados a Julián. El sosías de Dertycia, el jugador del Tenerife, intentó complicarle la vida al Sanse. Carolo paseó su reluciente calva por las inmediaciones del área local y se mostró peligroso, con la cabeza y con los pies. Formó pareja de ataque con Grampón, un jugador muy rápido, pero que no resultó efectivo. Antes de saltar al campo de juego, Grampón fue obligado por el árbitro a quitarse el pendiente que lucía. Aceptó, y en el vestuario se dejó la bisutería y, con ella, la inspiración.

La inquietante pareja atacante sólo enseñó las orejas, pero no llegó a asustar. El orden en defensa fue una de las claves del triunfo local: los estrechos marcajes no dejaron respirar al adversario. Y Julián estuvo implacable. La seguridad que mostró ayer el portero del Sanse no tuvo nada que ver con su actuación ante el Salamanca, cuando encajó cuatro goles. A él también le ha cambiado la cara.

Taconazo mágico

Arellano fue ayer el encargado de marcar la diferencia. No estaba Prieto, y alguien tenía que dar el toque de clase. En el minuto 32 de la primera parte entrega un balón letal a Luisito dentro del área. Al defensor que marcaba al centrocampista sansero, Miguel, no le queda otro remedio que forzar el penalti. Juan Díaz lo lanza y bate por bajo a Domínguez.

Pero Arellano acabó de destapar el tarro de las esencias en la jugada del segundo penalti. De espaldas a la portería y a dos metros escasos del marco, recibe. un balón desperdiciado por Soriano. Con un taconazo mágico, le hace un caño a Cacharrón y ejecuta un reverso. La acción transcurre con tal rapidez que al fornido defensor no le queda otra opción que derribar al pitufín. Penalti. La sociedad entre Arellano y Juan Díaz vuelve a funcionar.

La última media hora de partido fue una fiesta. Con dos goles en el haber, el Sanseacabó de creerse que el partido era suyo y se dedicó a desplegar el fútbol técnico que acompaña a la euforia colectiva.

En el minuto 35 le llega al portero del Lugo el momento de lucirse. Luisito dispara desde fuera del área con potencia y el meta desvía a córner con una palomita. El saque de esquina lo remata Manolo Martín y el cancerbero vuelve a lucirse sacándola con la punta de los dedos.

Fueron momentos de euforia y de precipitación. Después de una agitada semana, con destitución de entrenador incluida, la victoria era imprescindible.