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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Dos lógicas

LA AUDIENCIA Nacional no ha dicho que la droga popularmente conocida como éxtasis -científicamente, MDMA o metilendioximetanfetamina- no causa daño a la salud, sino que lo produce en menor medida que otras más dañinas que, encima, se confunden con aquélla. Los tribunales españoles siempre han considerado la distinta nocividad de las sustancias tóxicas a la hora de graduar la pena a imponer. Incluso cuando esta distinción no estaba formalmente recogida en el Código Penal, traficar con hachís no era tan grave como hacerlo con heroína. En 1983 esta práctica jurisprudencial fue introducida en el Código Penal, que pasó a distinguir explícitamente entre drogas que causan grave daño a la salud y otras que no lo causan, de acuerdo con baremos de peligrosidad elaborados por la Comisión de Estupefacientes de la ONU.La precupación suscitada en tomo a la sentencia no radica tanto en su acierto o desacierto como en el mensaje de permisividad que puede transmitir, sobre todo por conducto de determinados manipuladores de opinión. Es decir, se ha resaltado, principalmente, su posible contradicción con la política oficial vigente contra la droga. Los responsables del Plan Nacional sobre Drogas han señalado el peligro que entraña tal mensaje cuando se sabe que en determinados ambientes -la conocida ruta del bakalao, entre otros- se vende y se consume como éxtasis drogas mucho más nocivas, como la llamada píldora del amor. Existen, pues, motivos para preocuparse.

Pero en este caso la causa de la preocupación no radica tanto en la decisión judicial como en los tantas veces señalados efectos perversos de la política prohibicionista a ultranza contra la droga. Entre otros, la desinformación e indefensión del consumidor y los riesgos de adulteración del producto inherentes a todo mercado clandestino. Al menos en este punto la sentencia de la Audiencia Nacional es clarificadora: ayuda a superar la confusión existente entre el éxtasis y las drogas más nocivas que se venden bajo su nombre. Claro que para la lógica de la represión cualquier respuesta gradual y flexible al problema de la droga corre el riesgo de ser interpretada como permisiva. Todas las drogas tóxicas, sostiene, son igualmente nocivas y el reproche penal debe ser unívoco, al margen de criterios de cantidad y de calidad de la sustancia aprehendida. Ése es su mensaje, contra el que, inevitablemente, choca el más matizado de la Audiencia Nacional sobre el éxtasis.

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