Financiación de los partidos
Supongamos que, para una mayor limpieza de nuestros partidos políticos, fuera deseable lo que el señor Herrero de Miñón y la señora Del Castillo (EL PAÍS, 6 de enero) postulan al unísono: drástico recorte de su financiación pública y más amplia libertad en su financiación privada. No dudo del impecable carácter liberal de tales medidas, pero sí de su bondad democrática. De modo que algunos incrédulos les quedaríamos agradecidos si nos explicaran cómo puede denominarse democracia formal a un sistema que, fomentando expresamente las diferencias sociales entre sus partidos, consagra la desigual dad política (por de pronto, la electoral) de los ciudadanos. A lo mejor, entonces, tras ese de bate que con tanto cuidado se hurta al público, acabaríamos llamando a las cosas por su nombre. - Aurelio Arteta.
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