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Jordi Pujol, rechaza los intentos de un sector de su partido de forzar la ruptura de CiU

El enfrentamiento entre Convergéncia (CDC) y Unió (UDC) ha hecho aflorar de nuevo no sólo la pugna entre ambos parti dos, sino también las batallas inteimas en tre las diferentes sensibilidades que coexis ten en CDC sobre la continuidad & la coalición nacionalista. Además han vuelto a salir a la luz las frías relaciones que mantienen Jordi Pujol y Miquel Roca. La crispación de la reunión del comité ejecutivo de Convergència del lunes que concluyó en la decisión de celebrar una reunión extraordinaria para debatir la posibilidad de romper la coalición- llevaba meses larvada. Tanto que Pujol y el líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, abordaron en diciembre, la posibilidad de que Roca buscara una rápida ruptura de CiU. No obstante, Pujol ha frenado por ahora los intentos de forzar la división.

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La votación discrepante sobre la reforma del reglarnento del Senado el pasado martes ha enojado profundamente a Pujol, presidente de Convergència, porque cuestiona su autoridad y rompe la tradición de que los democristianos siempre acababan aceptando su autoridad en aras de la imagen de la coalición. Sin embargo, con el paso de las horas, Pujol tiende a no magnificar el problema para evitar que se beneficien de ello quienes, en su opinión, buscan romper CiU.La hipótesis de la ruptura no figura hoy por hoy entre las posibilidades que Flujol se plantea, pero cree que debe permitir que la dirección del partido debata sobre el futuro de la coalición porque los gestos de Unió están encrespando los ánimos en su propio partido. Pujol confila en que un debate sereno, y con su autoridad sobre la mesa, podrá reconducir de nuevo la situación.

Reunión Pujol Duran

Dirigentes de ambos partidos han reconocido a EL PAÍS que durante la reunión que Pujol y Duran Lleida celebraron antes de Navidad en el Palau de la Generalitat ambos coincidieron en que existían elementos como para prever que a principios de año los colaboradores de Roca intentarían romper la coalición forzando los elementos de discrepancia que existen entre ambos partidos.

Duran Lleida, que se encontraba en Chile desde el fin de semana para participar en una reunión de la Internacional Democristiana, adelantó su regreso y ayer mantuvo una primera, reunión con los dirigentes de su partido. La situación que ya se vivía en el seno del Grupo Parlamentario Catalán en el Congreso, donde muchos diputados de CDC niegan el saludo a sus socios, había contribuido a transformaren diferencias políticas lo que son básicamente problemas de orden internó.

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Los seguidores de Roca ven en Unió el mejor aliado de Pujol para apoyar sus reticencias a una mayor colaboración con los socialistas y están convencidos de que los democristianos aprovechan cualquier ocasión para desgastar la imagen de Roca a fin de restarle bazas el día en que la retirada del presidente de la Generalitat abra el debate sobre su sucesión.

La ruptura de la coalición tendría como primera consecuencia la pérdida de la mayoría absoluta de CDC en el Parlamento catalán (los 16 diputados de Unió son fundamentales para alcanzar la mayoría absoluta de 68) y la necesidad de hallar un nuevo socio que asegurara la estabilidad al Gobierno catalán. Fácilmente se podría plantear la necesidad de que ese socio fuera el Partit dels Socialistes, lo cual tendría su traducción automática en las Cortes y obligaría a los nacionalistas catalanes a compronleterse más con el Gobierno de Felipe González.

Pujol sabe que no ha tenido paz en el seno del partido desde que en septiembre de 1992 Roca anunció que no se presentaría a la secretaría general en el congreso que se celebraba el mes siguiente. Después de un culebrón interminable, su retorno se produjo el 31 de enero de 1993. La batalla en el seno de CDC se reabrió después de las elecciones del 6 de junio, cuando el PSOE perdió la mayoría absoluta y González invitó a los nacionalistas a entrar en el Gobierno. Nuevamente el partido sedividió y Pujol tuvo que vencer la oposición de los seguidóres de Roca antes de rechazar la propuesta. En esa batalla, el presidente de CDC tuvo el apoyo total de Unió.

Desde julio, los escarceos han sido de menor magnitud, pero no por ello intrascendentes. Por ejemplo, los avatares que han sufrido las reuniones del Grupo. Catalán, suspendidas por Roca después de que se supiera que había sido objeto de críticas en una reunión del comité de gobierno de Unió por la manera como conducía las negociaciones con el PSOE.

Pérdida de imagen

Aunque Pujol está muy molesto por el comportamiento de Unió en el Senado, que debilita su autoridad a la hora de negociar personalmente con González -a pocos días de una entrevista que ambos tienen pendiente para hablar del giro autonómico, no está dispuesto a abrir una batalla que sólo beneficiaría a Roca.

Roca advirtió ayer en Madrid que la coalición se rompería si hubiera una segunda indisciplina de voto por parte de Unió. Esta advertencia tuvo una réplica inmediata del portavoz oficial de CDC, Pere Esteve, quien negó que esta fuera la idea de Pujol.

Entre los dirigentes de Convergència próximos a Pujol se señala que éste no tiene "ningún temor" a seguir contando con los parlamentarios de Unió para sus cálculos negociadores con el Gobierno. Incluso, en una conferencia de prensa dio, un toque de atención a los que quieren que CDC asuma mayores compromisos. "Nosotros [CiUl ya no tenemos ningun compronuso con el Gobierno. Eso tiene que quedar claro. Ninguno. Otra cosa es nuestra actitud de ayudar a la gobernabilidad", añadió.

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