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Tribuna
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Duda

Dice Rafael Sánchez Ferlosio que con los monumentos mundialmente famosos se produce el "efecto turifel" (con acento agudo, precisa, según la pronunciación parisina de tour Eiffel), a saber: "Una especie de descrédito que va minando la autoridad de la presencia física de determinados monumentos cuando esa presencia es, por así decirlo, desgastada por el precedente de una indiscretamente inmoderada anticipación de representaciones iconográficas".Me pregunto si no se produce un efecto semejante con la injusticia o, para evitar las connotaciones pasionales de esta palabra, con el sufrimiento evitable de los menos favorecidos por la suerte, por la herencia, por la explotación, por la trampa.

¿Cómo explicar, si no, el hecho de que nos sintamos bien al leer un artículo duro, en donde se denuncia, o se enuncia, la hipocresía, la miseria, la violencia, la desfachatez, el horror, las vilezas que otros cometen o que nosotros consentimos? Es imposible que nos guste, que de veras nos guste asistir a una reproducción por escrito de la ignominia cotidiana, aun cuando esa reproducción incorpore la afirmación inútil -sabemos que es inúti- lde que las cosas deberían ocurrir de otra manera.

A no ser que nos guste porque nos ayuda a convivir con la realidad. Porque, así como existe el efecto turifel para los monumentos, se produzca una especie de legitimación por insistencia de lo injusto. Puede que cuando vemos por escrito que somos unos bárbaros, que somos nosotros quienes hemos engendrado a los cabezas rapadas, etcétera, nos sintamos legitimados para seguir siéndolo, para no asistir a ninguna manifestación contra las agresiones, puesto que las agresiones ya se han dicho y ahora forman parte de lo imitado, de lo representado, en vez de formar parte de nuestra vida. Opina Aristóteles que las "cosas que vemos con desagrado en el original, nos causan placer cuando las contemplamos en imágenes lo más fieles posible, como ocurre, por ejemplo, con la representación de los animales más repugnantes o con los animales muertos".

De todos modos, hay muchas clases de artículos. Algunos acompañan. Otros logran herir la vanidad de un concejal o de un obispo y efectivamente consiguen algo. Otros recuerdan formas de percibir los acontecimientos, formas perdidas, talantes necesarios. Entretanto, quizá por pura rabia, de vez en cuando escribimos o leemos un artículo que es la representación de un animal muerto.

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