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LA CRISIS DE BANESTO

El déficit financiero del banco se multiplicó por tres en menos de un año

El desarrollo de la inspección del Banco de España sobre Banesto en 1993 -más profunda que la del año anterior- y el deterioro del activo del banco explican que se haya pasado de un déficit de provisiones de 160.000 millones de pesetas estimado en 1992 a otro de 500.000 millones un año después, dijo Luis Ángel Rojo ante los diputados. El fuerte crecimiento de la inversión crediticia del banco desencadenó parte de la crisis. Aun así, el saneamiento de Banesto no hace "necesaria una operación acordeón", según un responsable del Ministerio de Economía.

El gobernador del Banco de España fue parco en detallar cómo se desglosan los 500.000 millones de pesetas que necesita Banesto para hacer frente a todas las provisiones, cobertura de fondos de pensiones, saneamiento de la cartera de valores y recalificación de operaciones contabilizadas como plusvalías, pero al tiempo se explayó en dar explicaciones sobre el alcance de las inspecciones realizadas y la profundidad de las mismas.De esta forma Rojo trataba de explicar el salto dado en el cálculo final de las necesidades de fondos para sanear definitivamente Banesto en las condiciones actuales -se han triplicado en menos de un año-, al tiempo que se cubría de las previsibles críticas por la tardanza en tomar una decisión de este tipo.

El gobernador señaló que Banesto siguió desde 1988 una politica de fuerte crecimiento de su inversión crediticia, que hasta 1991 creció un 109%, minetras que en el resto de los grandes bancos el aumento fue del 55%, y para el conjunto de la banca del 60%.

Crecimiento del crédito

Este fuerte crecimiento de los créditos concedidos a empresas y particulares se produjo, señaló el gobernador, en unos años en los que empezaba a dejarse notar el inicio de la crisis y cuando el resto de los bancos empezaba a retirarse. La calidad de los nuevos créditos concedidos por Banesto, dijo Rojo, tenía una prima de riesgo implícita que en dos o tres años debía empezar a manifestarse a medida que empezaran los problemas de impago de intereses y de ausencia de amortización.

Para financiar esta expansión crediticia Banesto no dudó en entrar en la llamada "guerra del pasivo", ofreciendo una alta remuneración para los depósitos a la vista. El efecto contaminación de esta estrategia se muestra en el hecho de que el coste medio del pasivo pasó del 5,15% en 1988 / 89 al 7,80% en 1991, ampliando la diferencia existente con el resto de la banca, que en los mismos años pasó del 5,05% al 7,05%.

Rojo señaló que, para intener paliar el encarecimiento de los depósitos de clientes, Banesto se volvió hacia el mercado interbancario, donde los altos tipos de interés existentes entonces y las elevadas posiciones de riesgo de algunas entidades provocaron que, en 1992, el Banco de España tuviera que abrir líneas especiales de crédito a Banesto para solventar sus problemas de liquidez.

El plan de saneamiento presentado en 1992 cifraba en algo más de 104.000 millones de pesetas las necesidades de provisiones, con una inspección muy limitada en su profundidad, lo que permitía considerar que las necesidades reales podrían ascender a 160.000 millones de pesetas. La inspección encontró más de 54.000 millones de pesetas de plusvalías que no podían considerarse como tales.

La inspección de 1993, que se centró en más de 700.000 millones de pesetas en créditos de cuantía superior a 250 millones, eleva sustancialmente las necesidades de provisiones. El nuevo cálculo para hacer frente al compromiso de pensiones multiplica por dos los 33.000 millones de pesetas previstos hasta ahora.

A pesar de todas estas necesidades de fondos, en el Ministerio de Economía se considera. que "no es necesario proceder a una operación acordeón [reducción del capital para compensar una parte de las pérdidas producidas y posterior ampliación para recomponer los recursos propios], aunque aún es prematuro hablar de ello".

Eliminar esta posibilidad, realizada en todos los casos de crisis bancaria, supondría que los accionistas no perderían nada de su inversión, aunque dejarían de obtener dividendos durante varios años.

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