_
_
_
_

Abetos y angelotes en la Casa Blanca

Mucho ajetreo, decoración y turistas en la residencia presidencial de EE UU

Antonio Caño

Estos días, la Casa Blanca es una casa de locos. Electricistas por aquí y por allá, diseñadores, floristas, carpinteros... Cada dos por tres, Bill Clinton tiene que pedir un poco de silencio para atender una llamada de Moscú o Tokio, o para saludar vía telefónica a los soldados destacados en los más variados rincones del planeta. Tampoco hay manera de despachar con la responsable de la reforma sanitaria, porque se pasa el día encerrada en la cocina, preparando galletas y pasteles. Hasta los 200 asesores y voluntarios que trabajan en la residencia presidencial han abandonado sus despachos para colocar bombillas y adornos en los 22 árboles de Navidad repartidos por las distintas habitaciones.Aunque Ann Stock, la secretaria para asuntos de vida social, lleva seis meses trabajando en los preparativos de estas fiestas, al final todo tiene que hacerse deprisa y corriendo porque los Clinton son un par de desordenados que tienen papeles por todos lados y nunca disponen de tiempo para nada. A duras penas encontraron un par de horas para ver la actuación de su hija en el ballet de Cascanueces, obligada representación de la Navidad en Washington.

El ritmo de trabajo normal en el principal centro de decisión mundial es drásticamente alterado en estas fechas por unos 150.000 turistas, principalmente norteamericanos, que quieren ver con sus propios ojos la decoración de la Casa Blanca. La verdad es que la cosa lo merece. Michael Monroe, uno de los cerebros de la Smithsonian Institution y una de las mayores autoridades del país en artesanía, ha supervisado personalmente el trabajo. Los principales artesanos nacionales han enviado objetos para colgar en los árboles, ángeles la mayoría, unos disfrazados de Mae West y otros tocando el saxo, el instrumento preferido del presidente.

Más de 27.000 bombillas han sido colgadas para alumbrar los 7.500 objetos ornamentales de estas fiestas, las preferidas de los Clinton. "Las navidades son el principal recuerdo de toda mi vida, y a Bill le sucede lo mismo. El es tan fanático de la Navidad como yo", cuenta Hillary Rodham. "Siempre me ha gustado la Navidad por todo lo que significa, por mi fe religiosa y por los sentimientos que afloran en muchas personas e instituciones", dice la primera dama. Para Hillary, este año la celebración tiene, además, la carga emotiva de la reciente muerte de su padre.

La primera pareja del país tuvo que cumplir algunas obligaciones propias de estas fechas: una copa-tregua a los periodistas y algunos regalos para los hijos de los colaboradores, que repartió la propia Hillary vestida de Santa Claus. Los Clinton han tratado siempre de vivir de acuerdo a la tradiciones del norteamericano medio. En esta ocasión, eso significa un menú a base de pavo, jamón y dulce, mucho dulce (nada de chocolate porque el presidente es alérgico), y también una visita a la iglesia para rezar por los grandes propósitos. "Aunque seamos protestantes, católicos, judíos, musulmanes, budistas, hindúes o ateos, todos formamos parte de la gran familia nacional, y todos creemos en la dignidad individual y la libertad de conciencia como una sola fe. Tenemos que esforzamos más en comprender nuestras diferencias y celebrar nuestra diversidad, y recordar que nuestra propia libertad depende del respeto a los demás"", dijo el presidente en uno de sus discursos navideños.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_