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Los 'pinitos' de Zhirinovski sobre la nieve

El líder extremista ruso pasa unos días en los Alpes, que aprovecha para sus compras de Navidad

Embutido en un ceñido mono rojo, el ultranacionalista ruso Vladímir Zhirinovski descendía lentamente, con las piernas abiertas sobre los esquis, sobre la única pista de Reichenfels e intentaba frenar infructuosamente. Sumergidos en la nieve, el párroco del pueblo, campesinos, agentes de seguridad y los lacayos del corpulento político lo contemplaban embelesados, vitoreando sus torpes piruetas.El idílico pueblo alpino de Reicherifels, perdido en una cadena de montañas con pinos nevados en la provincia de Carintia, al sur de Austria, está de fiesta desde que llegó el extremista Zhirinovski a pasar unos días de vacaciones navideñas, que prolongará hasta hoy para recuperarse de la campaña electoral que le significó el inesperado triunfo de su partido, el Liberal Democrático, en el Parlamento ruso.

El anfitrión del irredentista ruso, Edwin Neuwirth, de 67 años, un ilustre patrón provincial que fue miembro voluntario de la Waffen SS, la unidad militar de élite más temida de los nacionalsocialistas, organizó en su refugio alpino una rueda de prensa para el lenguaraz Zhirinovski, que advirtió a la sorprendida audiencia la existencia de una misteriosa arma rusa que él llamó elipton, que no es ni quimica ni nuclear, "pero tiene capacidad para destruir el mundo entero". Neuwirth, por su parte, sorprendió a la concurrencia al negar la existencia de las cámaras de gas, lo que le ha valido que la fiscalía general austriaca inicie una investigación judicial contra él.

Zhirinovski, caracterizado por la prensa alemana como "el Hitler ruso", aprovechó para someterse a una revisión en una clínica especializada en enfermedades de la piel situada en la cercana ciudad de Graz. Poco después volvió loca a la policía local cuando irrumpió en un importante centro comercial. Allí se aprovisionó sobradamente de artículos de regalo, sin duda difíciles de conseguir dada la carestía que aqueja a su país, a donde regresa hoy para pasar la Nochebuena en casa. No contento con el tumulto ocasionado en las tiendas por donde recaló, su siguiente escala fue la plaza principal de la ciudad, donde fue aclamado por bastantes simpatizantes espontáneos.

El líder viaja acompañado de una comitiva de 10 personas, entre los que hay tres guardaespaldas que quitan abruptamente los cigarrillos encendidos a quien se atreva a fumar en presencia de su jefe. El más importante de los lacayos es, sin lugar. a dudas, Alexéi Y. Wedenkin, de 30 años, un millonario de la nueva clase económica rusa, que actuó como la eminencia gris de la rueda de prensa y financia el partido del ultranacionalista. Vestido con un lustroso traje negro y portando un descarado reloj de oro y un bolígrafo de platino con el que jugaba constantemente, susurraba al oído de Zhirinovski para corregir o ampliar sus respuestas.

El miércoles, mientras anochecía en Reichenfels, Vladímir Zhirinovski continuaba intrépido sobre los esquís. Los aduladores le aclamaban sin miedo al frío. Dos jovencitas rusas en minifalda, que acompañan a la delegación con cargos indefinidos, se entumecían sobre el hielo contemplando la décima vez que Zhirinovski se deslizaba cerro abajo sin poder frenar.

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