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Reportaje:

Insectos para no pisar

De cómo la imaginación teje una muestra con los invertebrados más raros

Son sorprendentes, espectaculares, bellos, misteriosos, llamativos. Estos son algunos de los adjetivos pronunciados por los visitantes de la exposición Seres insólitos: una innovadora puesta en escena de los insectos más raros del mundo que llega a Madrid con la intención de acabar con la idea que considera a estos animales como seres repugnantes, molestos y feos.

Libélulas vestidas de encaje, escarabajos acorazados, mariposas metalizadas, polillas de fantasía, insectos-palo gigantes, saltamontes de diseño y mantis terroríficas aportan los argumentos necesarios para eliminar una asociación de ideas muy humana: insecto igual a pisotón.

Traídos de las selvas, montañas y desiertos de los cinco continentes, los insectos del mayor coleccionista de España, el entomólogo Pedro Velasco, se agrupan en paneles temáticos con un objetivo bastante más didáctico que científico. El movimiento mediante motores de las alas o de todo el cuerpo del animal contribuye a alejar la muestra de las típicas exposiciones en las que los ejemplares, alineados y clavados en austeras cajas, se acompañan únicamente de una etiqueta con el nombre en latín.

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"Los ejemplares de la exposición son fabulosos por sí mismos, pero es que ésta es una de las maneras más imaginativas de presentar los insectos", asegura admirado Mariano Antón, un ingeniero de caminos y coleccionista aficionado especialmente interesado en los lepidópteros (mariposas).

No se tienen en cuenta ni la sistemática, ni la distribución geográfica: "Coleópteros [familia de los escarabajos] de su padre y de su madre", según dice Antón, comparten el expositor temático titulado Gigantes para su especie con otros parientes muy alejados taxonómicamente pero que también pertenecen al grupo de animales que cuenta con el mayor número de especies diferentes en el planeta. En él se puede observar una hormiga de cinco centímetros de longitud (género Nipbanda) cuyas proporciones gigantescas se quedan pequeñas si se comparan con las de los escarabajos, saltamontes o polillas que se agitan a su lado. Y superándolos a todos, el insecto palo gigante de Papúa-Sueva Guinea, de más de 30 centímetros de largo.

Otra de las vitrinas, titulada Insectos joya, no tiene nada que envidiar al escaparate de una joyería. Esmeraldas y turquesas, oro y plata, son imitados a la perfección por la naturaleza y, en cuestión de diseño, estos invertebrados desafían al mejor orfebre. Los visitantes se quedan sorprendidos, e incluso dudan de su origen natural, cuando contemplan varias parejas de escarabajos de oro, como los que veneraban mayas y aztecas, presentados en una cajita como si se tratara de unos gemelos.

Una de colosos

"Hojas que vuelan, ramas que andan...", así comienza la explicación de la vitrina titulada Trajes de camuflaje, en la que, a veces, no se llega a observar al insecto mimetizado con su entorno hasta que un motor no le da vida.

Los escarabajos de proporciones más asombrosas y los blindajes más aparatosos se pueden contemplar en Titanes y colosos. En las referencias de esta vitrina se pueden leer nombres tan explícitos como Dynastes hércules, Megasoma elephas, Ti tanus giganteus o los impresionantes ejemplares del género Goliathus. Reinas de la noche exhibe mariposas nocturnas de belleza incomparable, como la magnífica Graellsia isabelae, que sólo vive en Espafia. Amenazas fingidas incluye insectos de engañoso aspecto intimidatorio. Espectros diabólicos no necesita mayor explicación. Y así hasta 20 apartados de un contenido simbólico.

El último, titulado Con carnet de identidad, ilustra las medidas de control que se han de respetar para exportar muchas especies en peligro de extinción.

Acompañando a varias especies de insectos vivos también hay terrarios con otros artrópodos que no son insectos: escorpiones y arañas de un aspecto espeluznante que Velasco no duda en coger en sus manos delante de los visitantes.

Seres insólitos. Hasta el 15 de enero, de 11.00 a 13.00 y de 18.00 a 21.00 horas. Obra Cultural de Caja Madrid. Barquillo, 17 (esquina Augusto Figueroa).

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