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El alcalde escamotea una votación para desactivar la indisciplina en el PP

El último pleno del año no defraudó a nadie. José María Álvarez del Manzano, alcalde de Madrid, recurrió a una argucia legal para prohibir que se debatiera y votara la moción socialista encaminada a que los 20.000 funcionarios cobren la tercera paga extra, pactada en el convenio colectivo y suprimida por el alcalde. De paso, el alcalde evitó que uno de sus concejales, el díscolo Manuel Martínez Blanco, cumpliera su promesa de apoyar esa propuesta.El decreto dictado ayer por el alcalde para impedir la votación fue contestado duramente por el Grupo Socialista: "Señor alcalde, acaba de secuestrar la democracia en este pleno", le espetó Juan Barranco. Pero Álvarez del Manzano prefirió pasar de puntillas por estas acusaciones para cerrar el pleno deseando buenas nuevas a todos.

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En una esquina del salón de plenos, otro edil del PP, Pedro Ortiz, levantaba la mano para pedir la palabra en el turno de ruegos. Su intervención duró unos segundos, los suficientes para dejar en los bancos del PP un profundo amargor. Ortiz hizo una velada crítica a la política de contrataciones de su gobierno: rogó al alcalde que sacara a concurso la plaza de director del Teatro Español, con lo que cuestionaba la decisión, ya tomada, de prorrogar el contrato a Gustavo Pérez Puig, actual titular del centro.

Los representantes sindicales de los funcionarios madrileños llenaron de ositos y osazos de peluche el salón de plenos. Los muñecos recordaban al alcalde una deuda: la que mantiene el Ayuntamiento con todos sus trabajadores al haber suspendido el abono de la tercera paga, pactada en el convenio colectivo. Desde hace algunas semanas, un hombre en paro contratado por los funcionarios se viste de oso para perseguir al alcalde, a modo de hombre del frac, por todos los rincones de la ciudad, y advertirle de que debe dinero a sus funcionarios.

Y con los muñecos sentados en los pupitres del PSOE e IU empezó la última sesión del año. Gobierno y oposición se enfrentaban en un pleno cargado de incógnitas. La primera se desactivó antes de que el alcalde abriera el debate. Manuel Martínez Blanco y Venancio Mota, los dos díscolos del PP que en las últimas semanas han criticado la gestión del alcalde, demostraron que su matrimonio político no era eterno. Por primera vez se sentaron separados y hablaron a los medios de comunicación individualmente. Mota anunció que siempre permanecerá en el PP.

PASA A LA PÁGINA 3

Mota hace acto de fe en el PP y Afianza Popular

VIENE DE LA PÁGINA 1Por primera vez en los últimos meses, Mota y Martínez Blanco no se sentaron juntos en la zona que ocupa el grupo de concejales del Partido Popular. Al finalizar el pleno, Venancio Mota hacia oficial el divorcio: "Llevo 18 años en este partido, he luchado en los peores momentos para levantarlo, como cuando recaudé 35.000 firmas contra José María Calviño [entonces director general de Radiotelevisión Española], y nunca me marcharé", explicó.

En las filas del PP, estas palabras sirvieron de bálsamo tras varias jornadas de temores más que fundados de una posible división en el grupo. La huida de dos concejales -y su paso a la oposición- habría dejado al gobierno de Álvarez del Manzano sin mayoría absoluta en Madrid, pero la fuga de uno solo no amenaza la estabilidad.

"Siempre he sido del PP, y especialmente de Alianza Popular, y pienso continuar en este partido aunque sea como simple militante de base de mi agrupación. Así se lo he comunicado a mis compañeros y al alcalde", afirmó Mota en sus primeras declaraciones públicas tras un largo periodo en el que apoyó a su compafiero de rebeldía Manuel Martínez Blanco (pero normalmente asintiendo, en silencio, un paso por detrás).

Disciplina de voto

Por si había alguna duda, Mota anunció que, en lo que resta de mandato., nunca abandonará la disciplina de voto, en contra de lo que ha venido haciendo hasta ahora. En este sentido precisó, incluso, que si el alcalde decidiera construir un gran centro comercial en Aluche -una de sus objeciones fundamentales a la política de Álvarez del Manzano-, le expresaría en privado su frontal oposición -Mota y sus tres hijos son comerciantes-, pero luego, en el pleno, votaría lo que se le ordenase.

Mota admitió, por otra parte, que ha pasado tres de los peores meses de su vida desde que se celebró en septiembre el congreso regional del PP, cuando los dos ediles díscolos se destaparon como representantes de la "vieja guardia de AP" y reclamaron más competencias en las juntas de distrito. El edil presidente de Moratalaz y Vicálvaro se identi Fica como un hombre de derechas en su partido, pero sostiene que puede permanecer "con la nueva guardia del PP" que dirige la ejecutiva regional.

Mota ha recibido en estos meses una fuerte presión familiar por la situación incómoda en la que estaba colocando al PP en el Ayuntamiento. El edil precisó ayer que no tiene intención de repetir en las listas municipales, que pronto se jubilará y que está dispuesto a colaborar en su partido para lo que le manden.

Manuel Martínez Blanco, por su parte, no profundizó en el divorcio. Se limitó a explicar que sus relaciones con el alcalde han mejorado mucho. "Nos hacía falta hablar al alcalde y a mí, y hablamos", explicó. Sobre su amigo Venancio Mota dijo: "Es un señor con 65 años, mayor de edad y muy libre de hacer lo que crea conveniente y cumplir con sus tareas de concejal". Se le preguntó: ¿el tándem se ha roto? Martínez Blanco contestó: "No hacíamos tándem, es que hemos coincidido durante un tiempo".

La ejecutiva regional del PP abordó ayer, precisamente, el expediente disciplinario abierto por la actitud de Martínez Blanco y sus insultos a su companera de partido Mercedes de la Merced, a la que llamó "golfa". El presidente regional, Pío García Escudero, expuso brevemente los antecedentes de ese conflicto, pero ningún miembro de la ejecutiva -en la que estaban Alvarez del Manzano, Alberto Ruiz Gallardón y la propia De la Merced- se levantó para intervenir.

La amenaza de una nueva ruptura en la disciplina de voto en el grupo municipal del PP se escondía ayer en una moción socialista sobre el cumplimiento del convenio colectivo del Ayuntamiento de Madrid y en el anunciado voto a favor de esta enmienda del edil popular Martínez Blanco. El alcalde enfrió el ánimo de los socialistas con un decreto firmado el día anterior en el que rechazaba incluir esa moción en el orden del día.

"La propuesta que se eleva al pleno fuerza la adopción de un acuerdo abiertamente contrario a la legalidad vigente", explicaba Álvarez del Manzano en el decreto para justificar su decisión. El PP defiende desde hace meses que existe una prohibición legal para superar los límites previstos en los presupuestos del Estado y que con el abono de la tercera paga se excederían. Manuel Martínez Blanco, el concejal rebelde del PP, no pudo votar a favor de la moción socialista como había anunciado previamente.

El grupo municipal que encabeza Juan Barranco no aceptó de buen grado el decreto. "Más que déficit democrático aquí se está produciendo una quiebra de la democracia. Usted nos está quitando la palabra por decreto. Yo pido que todos nos querellemos contra usted", señaló crispado el edil socialista Francisco Garrido. Esta petición hizo mucho daño en el PP. Su concejal Isaac Ramos contestó a Garrido: "¿Y PSV, qué?".

Barranco intentó animar la división en el equipo de gobierno de Álvarez del Manzano: "La falta de unidad de su grupo la resuelve usted secuestrando el debate y la democracia en este Ayuntamiento". El alcalde mantuvo la calma y dejó que fuera el portavoz del PP, Luis María Huete, quien respondiera a Barranco. "Su intervención no ha sido afortunada. Usted no busca la satisfacción de los funcionarios, sino otros temas colaterales", aseguró, reconociendo los problemas internos.

El alcalde pasó al siguiente punto del orden del día y todos los concejales empezaron a relajarse con el pensamiento puesto en las vacaciones navideñas.

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