El Rayo ilumina por unas horas Alcalá-Meco

A Peralta, un recluso de Alcalá-Meco, ayer se le iluminó el día. Empezó la jornada en el campo de la prisión, disputándole el balón a los futbolistas de un equipo de Tercera, el filial del Rayo Vallecano. Luego se tomó n aperitivo con el rayista Calderón, uno sus ídolos, y por la tarde dejó la prisión as siete meses lejos de su mujer y sus dos hijas. Se convertía en un ex recluso, al igual que el hombre que ayer se reencontró con parte de su pasado: José María Ruiz-Mateos. El empresario jerezano volvió, acompañado de sus futbolistas, a la cárcel en la que vivió nueve meses.

de HenaresEl partido que se disputó ayer forma parte de las actividades navideñas de la prisión. La dirección quería organizar un encuentro de sus internos con algún equipo importante. Y enseguida encontró a un aliado para su causa: el ex recluso Ruiz-Mateos. A la prisión acudió el equipo de Tercera con cuatro jugadores del de Primera: Calderón, Carou, Lema y Miguel. "Para nosotros esto es como jugar un mundial", decía Ernesto, un jugador del equipo carcelario al que le quedan 10 meses de condena.El Madrid 2 compite en la categoría de Regional Preferente y siempre tiene que jugar en casa porque la mayoría de sus jugadores no tienen permiso de salida. "En el equipo hay narcos, secuestradores y algún condenado por homicidio frustrado, pero la mayoría están aquí por atraco", decía el centrocampista Fran, encarcelado por narcotráfico. "Y no tenemos ningún violador", aclaraba.

Ruiz-Mateos se mezcló entre los presos nada más entrar en la prisión. Algunos se acercaban aél a ver si sacaban algo. "Es que estoy pendiente de conseguir medio kilo para salir bajo fianza", le comentaba un recluso. Todos intentaban arrimarse a Ruiz-Mateos, que dejó buen recuerdo entre los presos de Alcalá-Mecó. "Gracias a él nos pusieron los televisores en las celdas, y además, solía invitar a todo el mundo a café y esas cosas", decía José Ortega Gutiérrez, encarcelado por robo.

El empresario jerezano bromeó con los reclusos y les contó con pelos y señales sus múltiples aventuras. Incluso se reencontró con algún preso con el que compartió penas en 1991. "Me he encontrado a tres" dijo. "Pero no recuerdo sus nombres", añadió.

La goleada

El partido se disputó con dos tiempos de 35 minutos cada uno. Al final del primer tiempo, el marcador reflejaba un despiadado 0-5. "Les estamos dando cuartelillo", bromeaba un recluso. En el segundo tiempo, dos goles del equipo del Madrid-2 sembraron la euforia entre los internos. Al final, lo de menos era haber perdido por 210. Al fin y al cabo, se le habían metido dos goles a un tercera.

El día de fútbol acabó con un festín. No había canapés y copas de champán, sino pinchos de tortilla, rodajas de chorizo, croquetas, refrescos y vino. Un fallo en intendencia privó de pan a los invitados, perplejos con la rodaja de salchichón en la mano.

Ni siquiera las botellas de vino faltaron ayer en la prisión. Los jugadores reclusos rodearon el preciado tesoro, al que nunca tienen acceso -ni siquiera en la cena de Nochebuenay se lo repartieron mientras bromeaban con los jugadores profesionales. "He estado en seis cárceles en los últimos cuatro años y nunca he visto una movida como ésta, con vino y todo", exclamaba eufórico y perplejo un interno.