Asalariados y de la fantasia
Un equipo de 30 profesionales pasea por el mundo el espectáculo de los Globetrotters Harlem
El guión permite que los Harlem Globetrotters hayan cerrado el balance de los últimos 22 años con 8.075 victorias y ninguna derrota. Tal récord es consecuencia de la parte humorística del espectáculo. En la seria están 30 profesionales -jugadores, rivales, árbitros, locutor y hasta mascota- que actuan a diario allí donde les paguen. Mannie Jackson, una de las principales fortunas de Estados Unidos, ha comprado el equipo y quiere potenciarlo, creando además un conjunto que recuerde al de sus orígenes, cuando ganó dos veces el Campeonato del Mundo Profesional en 1930 y 1931. Para ello cuenta la franquicia necesaria para afincarlo en Nueva Orleans e inscribirlo en la NBA.Los Globletrotters más que jugar, trabajan. En sus contratos se especifica que han de ser amables, cariñosos, pacientes y estar dispuestos a actuar a diario durante nueve meses al año. Y si surge la posibilidad de una gira rentable fuera de temporada, a cumplirla incluso, como es la que están haciendo ahora por España.
La semana pasada aterrizaron en Madrid, se montaron en un autobús y no se bajarán de él hasta mañana en Barcelona, para coger el avión de regreso a Estados Unidos. Ha habido trayectos especialmente duros, como el del miércoles, que salieron a las seis y media de la mañana de Granada y llegaron a las tres de la tarde a Castellón, para reproducir, horas después, el mismo partido de siempre, disputado, mitad en serio, mitad en broma, ante sus también rivales de siempre, los Washington Generals o los Boston Shanirocs. Esta vez les ha tocado a los primeros, sobre los que recae la parte seria del espectáculo.
"¿Divertirse? No, no creo que se diviertan, si acaso sólo Dunbar, pero por el carácter que tiene. Los demás realizan el papel que tienen asignado en la cancha. Es un trabajo duro, cansado, de constantes viajes y partidos diarios, que los jugadores cumplen con gran profesionalidad", comenta uno de los miembros que acompaña a la expedición.
Sweet Lou Dunbar, un gigante de 2,10 metros, de edad no confesada, pero deducible porque lleva 15 en el equipo, es quien conduce el espectáculo. Tiene un rostro simpático y de enorme expresión -realizó estudios de arte dramático- y su mirada y profunda voz bastan para encandilar al público. Con un vocabulario de apenas medio centenar de palabras, pero que sabe pronunciar en una docena de idiomas, es capaz de hacerse entender en cualquier país del mundo. Se cuelga un minúsculo micrófono de la camiseta y entonces el partido es lo de menos porque el Duribar actor discute con los árbitros, con la mesa o con los rivales, haciendo partícipe al público de sus discrepancias y ocurrencias.
Es lo que el espectador quiere, reírse con las bromas que gasta el gigantón, ver cómo saca al campo a sus hijos para que tiren a canasta o presenciar las fantasías que son `capaces de realizar con el balón Dunbar y sus compañeros, sobre todo éstos. "La parte humorística es lo que hace triunfar a los Globetrotters. De otra manera no se explicaría el éxito que siguen teniendo en Estados Unidos, donde hay dos equipos que realizan una gira de seis meses, uno por la costa este y otro por la oeste", dice uno de los promotores del equipo.
"El auge de la NBA no ha restado un ápice de expectación a los Globetrotters", continúa diciendó. "Ya no tienen el mo-. nopolio del baloncesto-espectáculo que surgió de la rapidez e improvisación de sus jugadas, pero el público los quiere ver igualmente porque son capaces de divertir y ofrecer algo que nada tiene que ver con el deporte de competición. Son cosas totalmente distintas".
Este mismo argumento es utilizado por el portavoz para descartar que la ausencia del equipo en los grandes coliseos durante la gira que realiza, se deba a que su demanda haya descendido ante el exceso de oferta de baloncesto americanizado que hay en España: "Tener al Madrid o al Barcelona para una exhibición puede costar dos millones, que luego se quedan en la cuarta parte, pero los Globetrotters no salen a la pista por menos de cinco millones de pesetas por término medio. Se corre, por tanto, un riesgo alto y hay que ir a lo seguro. Contratar el Palacio de los Deportes de Madrid o Sant Jordi en Barcelona sale carísimo y obliga, además, a realizar una campaña de publicidad para llenarlo. Empresarialmente, hay que ir a ciudades más pequeñas, donde la promoción se hace prácticamente sola".
La gira española les ha llevado por Córdoba, Granada, Castellón, Andorra, Vilanova y la Geltrú y Barcelona (Palacio de los Deportes). Esta vez no han conseguido su propósito de enfrentarse al Madrid o al Barcelona, como pretendía su nuevo dueño, Mannie Jackson, que quiere ir alternando las exhibiciones con partidos serios en la nueva etapa que conduciría a los Globetrotters hasta la NBA. "Pero sin abandonar nunca el equipo que ha hecho universal este nombre", asegura el portavoz. "Los Globetrotters se salieron de las competiciones convencionales cuando una canasta fue motivo de discusión porque no quedó claro si había sido conseguida en el tiempo oficial, o en el muerto del que disponían, a petición del público, para realizar sus malabarismos, que habían surgido de manera natural ante la superioridad que mostraban. Estaba claro que podían sobrevivir de su propio espectáculo y hasta ahora. De eso hace ya 60 años. Por supuesto que no se va a renunciar a la fórmula que generó un buen negocio,'.
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