Una mujer embarazada pasa 6 horas atrapada en un coche junto al cadálver de su compañero
La noche más larga de María Jesús Gallo, de 25 años, duró seis horas. El tiempo que permaneció en la madrugada de ayer aprisionada entre los hierros de un Opel Astra despeñado en un barranco de Rivas-Vaciamadrid. Allí, María Jesús, embarazada de nueve meses, perdió a su hijo y asistió a los estertores y a la muerte de su compañero, Miguel Ángel Peña, de 24. "Yo le gritaba: '¡Despierta, despierta, estoy contigo, y él parecía contestar con ronquidos" rememoraba en el hospital María Jesús, quien en ese infierno consciente sintió "el vientre muerto". A las nueve, un camionero vio el coche. "Creí que nunca saldría". La causa del accidente fue la niebla. María Jesús tardará años en disiparla de su memoria.
María Jesús y su compañero esperaban casarse después del próximo día 20, fecha en la que debía nacer el niño varón que todavía carecía de nombre. Vivían en un piso de San Fernando de Henares prestado por sus suegros. Ella trabaja en una fábrica de adornos navideños -bolas de colores, guirnaldas y angelitos-, y él estaba en paro. Aquella noche visitaron a unos amigos. Cenaron en Coslada y apenas bebieron.De vuelta a San Fernando, una densa niebla se había adueñado de la carretera. El Opel Astra blanco discurría por una vía regional que une Mejorada del Campo con San Fernando. Muchas curvas. Poca visibilidad. El coche se salió de la calzada en Rivas-Vaciamadrid.
"Nos tragamos una señal". Miguel Ángel, María y su futuro primogénito cayeron en un barranco de tres metros. El reloj del coche marcaba las tres. "Se ve que le falló la vista", comentó María por la tarde.Yacía en la habitación 27 de la sala de reanimación de maternidad del hospital La Paz: el pelo castaño revuelto, la nariz respingona y una cesárea en el vientre. Su voz emergía aguda. El brazo roto y la pierna recién operada le impedían moverse. Los familiares intentaban distraerla: "Huy, Chus mira lo que me han contado...". Ella no lloraba.
El horror echó a andar
El vehículo quedó empotrado por la parte delantera, inclinado hacia el asiento del conductor. Miguel Ángel se incrustó el volante. A su lado, los hierros aprisionaron la pierna derecha de María Jesús. El horror echó a andar: "Yo le cogía con mis brazos, pero el agonizaba. Era como si roncase, pero por la boca y la nariz no paraba de salirle sangre".
A María Jesús apenas le tiembla la voz, sólo ha cerrado los ojos para recordar unas palabras: "Yo le gritaba: '¡Despierta, despierta, estoy contigo". Una hora duró la primera parte del suplicio. Luego, Miguel Ángel Peña ladeó la cabeza y su cuerpo comenzó a enfriarse. María Jesús no podía salir. Los recuerdos se hunden en una cascada: "Me moría de frío. Me dolía mucho la muerte de mi marido y los pies, que estaban morados. Las piernas estaban dormidas como mi vientre. No sentía a mi hijo".
Tres metros arriba los coches pasaban de largo. La niebla ocultaba el infierno. "Creí que nunca iba a terminar la noche". Al despuntar el alba, María Jesús, la chica que hace adornos navideños, consiguió apoderarse de un trozo de parachoques. Bajó la ventanilla. Entró una bocanada de aire helado.Cada vez que pasaba un vehículo, ella agitaba por fuera el parachoques. Sobre las nueve de la mañana, un camionero dio fin a la tortura.
"Cuando vi a ese hombre, viel cielo abierto. No creía que nadie se fuese a acordar de mí". El camionero avisó a la Guardia Civil. El SAMUR rescató a la mujer. Los bomberos sacaron el cadáver, informa Isabel Fernández. Clínicamente, María Jesús sufría politraumatismos y fractura de brazo y pierna. El feto no se pudo salvar.
El cadáver de su compañero permaneció en el tanatorio de Coslada. María Jesús preguntó a sus familiares si el niño también estaba allí. No le supieron responder.
Esta tragedia tiene precedentes similares. El 17 de septiembre de 1990, Josué García Peláez, de 11 años, permaneció toda la noche junto a su padre muerto y su madre agonizante en un barranco del puerto de Pajares (Asturias). Y ayer hizo un año exacto de la fecha en que se publicó que una niña de 20 meses pasó 15 horas en un barranco junto al cadáver de su padre. María Jesús ha entrado en la estadística.
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