El Barça vuelve a sus orígenes
Los azulgrana vencen al Mónaco y toman el liderato tras media hora de gran juego
"Jugando así, como lo hemos hecho esta noche, no tendremos problemas en ninguna competición?', sentenció Johan Cruyff, director técnico del Barcelona, una vez finalizado el partido. "Hemos hecho un buen negocio" prosiguió. "Miramos la clasificación, sabíamos que el Galatasaray había empatado en Moscú, y nos dijimos: si vencemos al Mónaco somos líderes, y así fue". Y acabó: "Bastaba con mirar el campo para darse cuenta de la importancia del partido. Todo el mundo, todo el público, todos los jugadores estaban concentrados en acabar con el Mónaco. Nuestros rivales han jugado muy bien, pero hemos aprovechado sus debilidades de la mano de Txisiki. Ahora hay que ir a por la Liga y por la SupercopaArséne Wenger, el entrenador del Mónaco, aplaudió el juego del Barcelona, pero se lamentó del segundo tanto. "Se ha conseguido en un posible fuera de juego, y un 20 resulta una losa" dijo. "El Barca es un equipo, superior técnicamente" agregó, "y ha sabido imponer un ritmo alto. A nosotros nos faltó garra y atención en determinados momentos".
El Barcelona volvió a sus orígenes y mostró su cara agradable, la de siempre, la que tanto ha deleitado a los buenos degustadores de fútbol. No es que hiciera un desdoblamiento de personalidad porque estaba en juego la Copa de Europa. Todo fue más simple. Johan Cruyff se acordó de los que antaño le proporcionaban los éxitos y dejó para una mejor ocasión sus experimentos. El resultado no pudo ser más elocuente: victoria cómoda ante el Mónaco, el liderato de la liguilla de campeones y un sedante para el colectivo azulgrana, que siempre tiene los nervios a flor de piel como consecuencia del carácter ciclotímico de su jefe máximo.Ese jefe decidió ayer que quien debía ver el partido desde la grada era Romario y acertó; ha tardado más de tres meses en darse cuenta de que con el brasileño sobre el terreno de juego el Barca pierde una parte de su personalidad, aunque le resuelva muchas papeletas.
Romario ha justificado con goles su fichaje, pero ha arrastrado al equipo hacia un juego reiterativo y mucho más controlable para sus rivales. Lo que siempre había caracterizado al Barça era su capacidad de sorprender al enemigo, y anoche recuperó ese factor tras desprenderse de otro.
Es posible que Arséne Wenger, técnico del Mónaco, montara toda su estrategia en función de Romario, pero tuvo tiempo de sobra para rectificarla. No lo hizo y lo pagó caro. Sólo a un pardillo -hay que agradecerle su vocación ofensiva- se le ocurre plantear una defensa en línea de cinco hombres, adelantada más de 30 metros. Dejó toda una autopista sin peaje para el Barca, que entonces puso el turbo y desbordó a su oponente jugando a la contra.
Las transiciones rapidísimas, gracias a la clarividencia de Koeman y Guardiola, hicieron mucho daño a un Mónaco excesivamente lento en todas su líneas. Laudrup, una vez más, fue el que cohesionó a sus compañeros, y Begiristain fue tan letal como en los viejos tiempos.
En menos de media hora el Barça ya había desenredado la madeja. A partir de ese momento, obligó a que inventara el rival. Y el Mónaco inventó tras el descanso cuando su técnico pasó del 5-3-2 al clásico 4-4-2. No le sirvió de nada, porque el colectivo azulgrana, consciente de que sólo valían los puntos, se dedicó a especular como el mejor agente de Bolsa. Un remate de lkpeba, que salvó Amor bajo los palos, fue su mejor tarjeta de visita.
Los afanes ofensivos del Mónaco aconsejaron a Cruyff realizar un ajuste fino y por eso salió al terreno de juego Nadal. Con la retaguardia bien cubierta, nada mejor que ensayar el tuya-mía de siempre, que enardeció a la hinchada culé.
El juez danés que la UEFA designó para mantener el orden no quiso estropear la fiesta y pasó por alto un derribo de Ferrer a Scifo merecedor del máximo castigo. Kim Milton Nielsen, muy generoso, sí sancionó la clara zancadilla de Valéry a Goikoetxea en las postrimerías del encuentro. Pero Koeman se negó a poner la guinda al pastel al fallar el lanzamiento del penalti.
Quizá hubiera sido demasiado, porque el Barça tampoco jugó para deslumbrar como en sus noches mágicas europeas. Simplemente, retornó a sus orígenes. Es decir, con dos defensas marcadores bajitos -Sergi pasó su reválida como sustituto de Juan Carlos- para acompañar a Koeman; el Guardiola de siempre, complemento ideal del catedrático Laudrup, y los demás entrando por todos los huecos de la defensa rival. En definitiva, el Barca del ingenio y de la sorpresa.
Anoche quedó demostrado que los mejores experimentos hay que hacerlos con gaseosa. Pero a Cruyff le gusta la química futbolística y, junto con sus ayudantes, maneja la retorta como quiere. Ahora disponen del campeonato de Liga para seguir con su fórmulas magistrales. La Copa de Europa descansa hasta el mes de marzo. Aquí paz y después gloria. Con permiso de Romario, que quizá no encaje muy bien su segunda marginación. Su amigo Stoiclikov se lo puede explicar.
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