_
_
_
_

Diez años de niebla

Barajas ha mejorado desde el accidente de 1983, pero no acaba de vencer a su principal enemigo

Niebla, estallido y fuego. Hace 10 años, 93 personas perdieron la vida sobre las pistas de Barajas. Un avión Boeing 727 de Ibería rumbo a Roma y un DC-9 de Aviaco con destino a Santander chocaron en la pista de despegue. Fue tal día como ayer, pero en este aniversario sólo un pequeño grupo de japoneses se acercó a dejar unas flores en el discreto monumento a las víctimas. En el aeródromo había más tránsito que recuerdo. Una década después de la tragedia, el aeropuerto madrileño cuenta con mejores medios y está a punto de estrenar una nueva torre de control, pero las nubes siguen siendo su peor enemigo. En estos días se han reproducido los retrasos en los vuelos.A Concha se le ha puesto la carne de gallina al acercarse al aeropuerto. Le pasa cada vez que hay niebla, como ocurría el 7 de diciembre de 1983. Trabaja aquí desde hace 30 años y es de los pocos empleados que recuerdan con fidelidad el aniversario de la tragedia. "Casi nunca hablamos de eso. Hay que seguir al pie del cañón todos los días". Lo mismo dice un piloto que pide anonimato, o el responsable de información. Los pocos que se acuerdan preferirían no hacerlo.

Más información
El accidente del 'jumbo' de Avianca en Mejorada fue el trágico prólogo

Flores japonesas

Sólo un pequeño grupo de japoneses se ha acercado, al filo de las nueve de la mañana, hasta los tres cerezos plantados en recuerdo de las 34 víctimas niponas. Junto a un hito de piedra han depositado dos ramilletes de margaritas blancas y un paquete de galletas como ofrenda sintoísta (la religión mayoritaria en Japón). Han permanecido escasos minutos. Un poco más allá hay unos crisantemos marchitos.

En Japón, los familiares de las víctimas del siniestro han formado una asociación. En ciertos aniversarios algunos miembros se han desplazado a Madrid.- Aniversario para el olvido. Por no haber, no hay ni misa en la capilla de la terminal nacional, donde cada día laborable se oficia a las diez de la mañana. El sacerdote está enfermo, y los bancos, vacíos. Diez minutos antes -la hora en que se registró la fatal colisión hace un deceniq-, las pistas aparecen cubiertas de niebla, pero la visibilidad es de 500 metros. Desde el mirador sólo se distinguen los aviones situados junto a los brazos de embarque. Viene un vuelo de Caracas, sale otro hacia Düsseldorf.

El tránsito es parecido al de otros días: 502 vuelos programados, mitad salidas, mitad llegadas. En la terminal de Nacional se notael efecto del puente festivo: está

,prácticamente vacía. A primeras horas, la niebla provoca demoras de hasta 30 minutos entre las ocho y las diez de la mañana. Sólo se cancela un vuelo de la compañía Aviaco procedente de Zaragoza: el avión no está preparado para tomar tierra en esas condiciones, explican fuentes encargadas del tránsito en el aeropuerto.

La de Aviaco es una de las aeronaves que aún no están adaptadas para aprovechar las mejoras del aeropuerto, que desde hace un par de años cuenta con el sistema de aproximación ILS (instrumental landing system), que le confiere la categoría 3-A: las ayudas electrónicas permitenaterrizar con una visibilidad de 200 metros, siempre que aparato y piloto estén capacitados para operar con esta tecnología.

Pero las maniobras en estas condiciones son más lentas y retrasan el tráfico. También exigen la máxima concentración del piloto y una coordinación perfecta. Esta categoría 3-A se alcanzó en octubre de 1991, con un coste de unos 200 millones de pesetas.

En los 10 años transcurridos, Barajas ha aumentado dos veces de categoría, pero aún no ha alcanzado la máxima. En aeropuertos de ciudades como Londres o Amsterdam, de categoría 3-B, se puede aterrizar con una visibilidad de hasta sólo 50 metros. Estas mejoras no solamente exigen una fuerte inversión inicial, sino también un mantenimiento caro. La categoría 3-A de Barajas supone un coste en tomo a los cinco millones de pesetas anuales. A esto hay que añadir las nóminas de los encargados de cuidarlo.

Un día cualquiera

El 7 de diciembre de 1993 es un día como otro cualquiera en el aeropuerto madrileño. No hay familiares nerviosos en busca de noticias. No hay, tampoco, la pesadilla de una década atrás, cuando las mantas de Iberia maltapaban piadosamente los cuerpos, muchos de ellos mutilados. Ayer no olía a carne quemada y queroseno. Todo quedaba muy lejos del mismo día de hace una década. Ayer no era ayer.

Ocurrió a las 9.50 de una mañana con niebla espesa. El aparato de Aviaco que maniobraba por el cemento se perdió en las brumas e invadió la pista de salida cuando el de Iberia iniciaba su despegue. Los 42 ocupantes del DC-9, pilotado por Augusto Almoguera, fallecieron en el acto. En el Boeing sobrevivieron 42 de los 93 ocupantes. El piloto, Carlos López Barranco, sigue manejando el mismo tipo de avión, sobre todo en líneas nacionales., Ayer no le tocaba volar, pero este periódico no consiguió ponerse en contacto con él. "Después del accidente, el pelo se le puso blanco", asegura otro comandante.

Aunque la comisión del Congreso que investigó el siniestro estableció que no se podían pedir responsabilidades a las autoridades -"el aeropuerto tenía la señalización correcta", señala aún ahora un portavoz de Barajas-, siete meses después el organismo autónomo Aeropuertos Nacionales convocó un concurso con un tope de 111 millones de pesetas para adquirir balizas para las pistas. Ahora, la señalización ha mejorado notablemente. Incluso se puede dar más intensidad a las luces de las pistas cuando hay poca visibilidad.

En una década han llegado más mejoras. Barajas ya cuenta, por ejemplo, con el radar de superficie del que carecía cuando se produjo la tragedia.

Pero, a pesar de las inversiones acometidas, el aeropuerto madrileño sigue sin vencer a su peor enemigo, la niebla. Por ejemplo, el pasado 29 de noviembre, alrededor de la mitad de los vuelos del aeropuerto madrileño sufrieron retrasos por causa de la bruma. La misma causa motivó que, anteayer, el 35% de los vuelos sufrieran retrasos. La vecindad del río Jarama, en una de cuyas terrazas está construido, no facilita las cosas. Sin embargo, se han deshechado las iniciativas de cambiar el emplazamiento del aeropuerto: se considera que una propuesta de este tipo resultaría demasiado cara.

El aeródromo, que ha cumplido los 60 años, está muy lejos de jubilarse: hace poco más de un año, en noviembre de 1992, el Ministerio de Transporte Gobierno regional y el Ayuntamiento de Madrid firmaron ampliación de las instalaciones de Barajas: medio billón de pesetas en 20 años para que el aeró dromo pueda más que duplicar su capacidad (de 16 millones de pasajeros a 40).

Nueva pista

De ese dinero, unos 150.000 millones se destinarán a nueva pista y nueva terminal, informa un portavoz del aeropuerto. Este año han comenzado las expropiaciones de 800 hectáreas de terreno -siete veces el parque del Retiro- para construir esta tercera pista, que se espera entre en servicio en 1997. Aún no hay fecha fijada para el inicio de los trabajos.

Las dos pistas actuales forman una equis, lo que impide si multanear aterrizajes y despegues. De momento, se ha ganado agilidad en el tránsito acercando el punto de aterrizaje a la intersección de la equis, que así queda antes despejada. También hay una salida y una entrada nuevas Las inversiones futuras tienen también como objetivo remodelar las instalaciones actuales del ¡aeropuerto, ya mejoradas con ocasión del Mundial de fútbol celebrado en 1982.

Barajas se ha quedado pequeño. En julio del 91, el entonces presidente de Iberia, Miguel Aguiló, había afirmado que Ba rajas era el peor aeropuerto de Europa en capacidad. Con el boom económico al aeropuerto madrileño le estallaron las costuras. A veces los retrasos de los vuelos se debían, sencillamente, a problemas de aparcamiento: no había sitio suficiente para estacionar los aviones.

Ahora el aeropuerto madrileño ha ganado ya una veintena de lugares de aparcamiento para aeronaves.

Mientras la tercera pista sólo existe en los planos, la nueva torre de control está a punto de su inauguración. Se ha construido sobre la anterior, pero dispone de mucho más espacio: los controladores ya no tendrán que estar apiñados.

La torre está hecha, pero no lista. Ahora se está instalando el instrumental en ella. Se espera que dentro de tres meses pueda estar funcionando, según explica un portavoz del aeropuerto.

Por su parte, los pasajeros aseguran haber notado algunas mejoras, como la ampliación de plazas de aparcamiento para los automóviles. Los estacionamientos de la terminal nacional solían lucir los días laborables el cartel de completo desde la mañana temprano.

Sin embargo, algún mal endémico, como el incómodo y largo trasbordo entre las terminales de nacional e internacional, continúa todavía sin resolverse. Barajas, que ayer estrenaba nuevos paneles informativos con vuelos imaginados, sigue siendo un aeropuerto con nieblas y brumas. Diez años después.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_