Un ingenuo magnate

La ingenuidad alegada por Silvio Berlusconi, de 57 años, con un largo ejercicio profesional en sectores difíciles como la construcción, las finanzas o los medios de comunicación que ahora son el núcleo de su imperio y una rica red de relaciones políticas con socialistas y democristianos, resultó evidentemente poca cosa para responder a los corresponsales reunidos ayer en Roma, que, con su insistencia, sacaron de quicio a Berlusconi.Por un lado, el diario La Repubblica, que mantiene una guerra declarada con el presidente del grupo Fininvest, llevaba semanas informando de que Berlusconi preparaba su desembarco en la política. Éste lo negó siempre. Por otro, la declaración de apoyo al neofascista Gianfranco Fin¡ es demasiada ingenuldad, a la vista de que sus efectos sobre la segunda vuelta de las elecciones en Roma puede ser muy importante y, en estos momentos, ya irreversible. Berlusconi tampoco ha pretendido quitarle alcance, aun reconociendo que su función de gran editor hace que sus opiniones tengan más transcendencia que las del común de los mortales.

El pronunciamiento por Fini sólo tiene pleno sentido, además, en el tono anticomunista que el presidente de Fininvest despliega en unos tiempos que, sin embargo, no son ya los del muro. El Partido Democrático de la Izquierda (PDS), objeto de sus ataques, es miembro de la Internacional Socialista, como los socialistas franceses o españoles. %Desde cuándo? Sólo desde hace un año", atajó ayer Berlusconi, antes de desfogarse a gritos. Casualmente, Fin¡ declaró ayer que "el fascismo murió con Mussolini", aunque su partido "ha asumido la tarea de preservar su memoria histórica".

"En mi experiencia profesional he encontrado siempre en el PDS una mentalidad -muy alejada del mercado. Y en muchos ayuntamientos están aliados con Refundación Comunista, que conserva esa ideología que ha creado por doquier miseria, terror y desastre", insistió Berlusconi.