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El fiscal mantiene que se condene a 54 años al 'chapero' que mató' a dos homosexuales

Más de siete horas emplearon las partes para tratar de aclarar las crueles muertes del frutero Cristóbal Espín y del ex diplomático venezolano Otmaro Silva. Los dos procesados (WIadimir Valdemar, de 23años, y José Leoncio Expósito, de unos 35) se culparon mutuamente de las muertes; el careo que mantuvieron sirvió de poco. El fiscal mantuvo al término del juicio celebrado ayer en la Audiencia de Madrid su tesis inicial, y demandó una condena de 54años de cárcel para Valdemar, como autor de ambos homicidios, y siete años, como encubridor de la muerte del diplomático, para José Leoncio. Silva y Espín murieron de la misma forma: les partieron el cuello con absoluta sevicia.

Los peritos declararon que la muerte del Espín y Silva fueron obra de la misma persona. Pocas veces antes habían visto un caso tan singular de ejecución. Los psicólogos definieron a Valdemar como un psicópata capaz de reaccionar con extremada violencia ante una negativa. "Prefería estar preso que muerto", confesó José Leoncio para justificar su tardanza en delatar la segunda muerte supuestamente cometida por Valdemar.Un anillo con la efigie de un escorpión, vendido en una tienda de compra-venta, llevó a la policía hasta Wladimir Valdemar, de nacionalidad venezolana. Según la versión del fiscal, Valdemar llegó a España, sin apenas dinero, el 21 de abril de 1992. En un pub frecuentado por homosexuales conoció a José Leoncio. Entablaron amistad y éste le presentó, el día 26 de ese mismo mes, a Espín. Ambos se trasladaron en la madrugada de aquel día al hotel Praga, "donde Espín solía ir habitualmente con muhachos jóvenes", según testificaron los empleados del hotel.

Espín, para alquilar la habitación, sacó un fajo de billetes, delante de Valdemar. Una vez en el cuarto, el ciudadano venezolano le golpeó con un llavero de hierro. Le dejó inconsciente y, después, flexionó el cuello de su víctima hacia arriba y se lo retorció con tanta fuerza que le provocó la muerte. Le quitó las joyas (entre ellas, la alianza con el escorpión) y pidió a José Leoncio que las empeñase él. Valdemar adujo que no llevaba encima su pasaporte. Así se hizo.

José Leoncio y Waldemar volvieron el día 28 al citado pub, donde el primero presentó al segundo a un hombre que se hacía llamar Óscar. En realidad era Otinaro Silva, ex diplomático. Aquel día no pasó nada, aunque sirvió para que Valdemar y Silva intimaran. El tres de mayo -siempre según la versión del fiscal- Valdemar pidió a José Leoncio que le acompañara al domicilio de Silva. Al llegar a la casa, le dijo: "Espérame aquí en la puerta, voy a pedirle dinero". 20 minutos después, desde la ventana, le llamó para que subiera. "He tenido que matarlo", explicó. Silva estaba maniatado, y las cervicales de su cuello, destrozadas.

Entretanto, la policía había comenzado a investigar el homicidio del frutero. Sabían quién había empeñado la alianza del escorpión, y detuvieron a José Leoncio. En ese momento, él no sabía que Valdemar hubiese matado también al frutero, según relató ayer su abogado, Juan Manuel Arroyo. Emilio Rodríguez Menéndez, abogado de Valdemar, culpó de ambas muertes a José Leoncio. "Él era quien llevaba el anillo y también a quien la policía encontró la medalla del frutero".

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