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FÚTBOL COMPETICIONES EUROPEAS

El Tenerife muere con estilo y sin artillería

Baggio y Moller fueron decisivos en la amplia victoria del Juventus

El Tenerife murió con estilo pero sin artillería. Pagó el peaje de sus bajas y de la gran carga de talento de Moller y Roberto Baggio, dos futbolistas extraordinarios aunque desaprovechados por su equipo. El Juventus alcanzó un resultado grueso, pero ofreció un juego flaco, en la vieja idea italiana del catenaccio y la especulación.Los primeros momentos del partido vieron al Tenerife muy impresionado por la aureola del Juventus y lastimado por las heridas de su derrota en Zaragoza. La ausencia de un puñado de titulares añadió un grado más de dificultad a la presentación del Tenerife ante un rival lleno de prestigio. Vino el gol de Moller para certificar el estado de indefensión anímica que tenía el equipo español: una falta en la media cancha tinerfeña que concretó Moller de cabeza con un doble error de Paqui y Manolo. Ninguno de los dos cumplió su trabajo en la jugada. Suficiente para el Juventus, un equipo de gran nombre, pero raquítico de fútbol.

La vieja escuela italiana estuvo allí durante todo el encuentro: la especulación, la perenne tentación defensiva, la ausencia de grandeza para acompañar a jugadores como Roberto Baggio y Moller, dos futbolistas enormes, llenos de clase e intuición, pero abandonados al juego pequeño de su equipo.

El Tenerife se recuperé del impacto del gol gracias a la confianza en su estilo. Con el ánimo quebrado por el tanto de Moller, comenzó a agarrarse al balón. Al Juventus le salió su vieja alma y se retiró del partido. Se metió en su campo, encerrado, con la ceja levantada para ver a Baggio y Moller. Demasiada pobreza para uno de los clubes más ricos del mundo.

La respuesta del Tenerife tuvo más forma que fondo. El equipo dejó al descubierto las miserias de su rival, pero no fue más lejos. Tuvo la pelota en su poder, casi siempre en terreno italiano, pero no alcanzó a desestabilizar a la defensa del Juventus. Había dos razones: el Tenerife jugaba con su infantería y se encontraba con un adversario que está en su elemento cuando se cobija en su área y espera. El equipo de Valdano echó en falta la presencia de sus pesos pesados, de los jugadores capaces de convertir la posesión del balón en algo más contundente. Esa capacidad para desequilibrar la tenía el Juventus. Tenía de Baggio y Moller.

La conexión entre las dos estrellas del Juventus fue decisiva en el resultado. Produjeron el primer gol, firmaron el segundo y animaron el tercero. Baggio, que dispone de un talento inmenso, sólo apareció para alarmar a los defensores del Tenerife. Ocurrió pocas veces, pero siempre hubo miedo a sus explosiones de habilidad. El segundo gol fue una invención de gran mérito, la clásica que diferencia a los grandes futbolistas de los normales. En un metro cuadrado tuvo la ocurrencia de levantar la pelota entre el nido de defensores para medir la llegada de Moller. El penalti fue irremediable.

Hasta entonces, el Tenerife había mantenido el barco a flote. Pagó su falta de pegada y un cierto complejo ante la nómina de estrellas del Juventus. Pero dejó constancia de su orgullo. Murió con su estilo, sin renunciar a jugar la pelota, capaz de dejar al desnudo la racanería del Juventus, un equipo trufado de estrellas pero con una tendencia miserable hacia el juego. Pero al final siempre les queda Moller y Baggio. Eso supone 4.000 millones y la seguridad de contar con dos talentos insuperables, la clase de futbolistas que no tenía el Tenerife en Turín.

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