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Cruyff convierte el Barça en una olla a presión

Ramon Besa

Inquilino habitual del paraíso, el Barca se encuentra ahora a la puerta del infierno. No parece haber otra salida para el grupo azulgrana en su debú en la Liga de Campeones que puntuar o arder en Estambul frente al Galatasaray (20.30, TV-1). Gestionar un buen resultado en un campo en el que nadie se ha impuesto desde hace 11 años resulta condición indispensable para ganarse un futuro parecido al pasado. El presente no invita al optimismo. El técnico amenaza, si se pierde, con una regulación de empleo que contempla sustituir a cada vaca sagrada que no cumpla con su deber por un aprendiz.

El Barcelona está en manos de Cruyff. No hay quien le tosa. El vestuario acusa la falta de un líder que le pare los pies al entrenador y la directiva se encomienda a un presidente, Josep Lluís Nuñez, quien atado de pies y manos por la incipiente Fundación que ha puesto en marcha, bendice el látigo del técnico. Cruyff intenta intimidar incluso a los periodistas que le preguntan por su cuota de responsabilidad en el delicado momento del equipo barcelonista. "Si tenemos la culpa, que nos echen, pero si no, de ninguna forma aceptamos que nos impliquen", argumenta. "El problema es que eso sólo lo entienden los que saben de fútbol, los que están dentro, como yo".Lo que pasa dentro, según Cruyff, se resume fácilmente: "Hemos perdido ocho puntos en la Liga y así no se puede seguir. Todo tiene un margen. Yo puedo tolerar un accidente, y no más. Si se repiten debo actuar. Puedo ponerles otra multa o dar un pasito más: incorporar a un jugador joven en lugar de un veterano. El día en que uno de la primera plantilla no llegue donde yo quiero lo cambio por uno del filial".

Las "vacas sagradas"

Hoy, sin embargo, jugarán los expertos y no los noveles. "Haré la alineación más fuerte. Pondré a la gente de peso, porque si nos dan un golpe, deben ser ellos los que carguen con él", afirma Cruyff. "Los partidos complicados y abiertos, como el de hoy, deben ser para las denominadas vacas sagradas. Nuestra ventaja sobre el Galatasaray es la experiencia. Hay que coger las riendas de salida, porque en caso contrario los turcos pueden convertirse como los alemanes del Kaiserslautern, pero con mucha más técnica".Una victoria podría despertar incluso un cierto sentimiento de magnanimidad en el técnico azulgrana: "Nuestra meta es ganar los tres partidos de casa y sacar como mínimo dos puntos fuera. Quiero decir que un empate no sería malo para empezar, aunque una victoria nos daría un margen de un punto para un partido posterior". De darse esta circunstancia, el entrenador no descarta cancelar la multa impuesta a la plantilla.

Los jugadores, ciertamente, han abierto una caza de brujas para encontrar quién dio publicidad a la decisión de Cruyff de sancionarles económicamente. La plantilla está quemada con la actitud del entrenador. Entre una y otra parte comienza a abrirse una brecha y no aparece de momento ningún otro interlocutor válido para cerrarla que los resultados o el carácter bondadoso del equipo. "Hace tiempo que no veía un distanciamiento tan notable entre el entrenador y algunos jugadores", anunció un directivo. "Quizá habrá que dejar de hacer de observador e intervenir si las cosas empeoran".

La plantilla aguanta y asume su responsabilidad y carga con las dedicisiones del entrenador. Koeman fue el más explícito: "Necesitamos un buen resultado para dar tranquilidad de puertas hacia afuera y confianza de puertas hacia adentro".

Zubizarreta es el único que tiene el puesto asegurado. Cruyff estudia dejar a Guardiola en el banquillo para darle la manija del choque a Koeman. El extranjero descartado es una incógnita. En contra de Romario están sus problemas oculares. La condición de búlgaro le resta posibilidades a Stoichkov en un partido que se juega en Turquía. Y el poder de intimidación del Galatasaray tampoco favorece a Laudrup. No parece que Cruyff, en cualquier caso, opte en Europa por los mismos experimentos que ha exhibido en la Liga.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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