Paralelismos históricos
En su artículo del día 15, mi respetado amigo Luis Goytisolo ha escrito, en referencia a mi artículo (EL PAÍS, 14 de agosto) esbozando paralelos entre España 1936 y Bosnia 1992, que "tal paralelismo no existe". No creo que la historia de la desaparecida Yugoslavia "es una historia de buenos y malos", y en mi artículo me referí explícitamente a "atrocidades en que de cuando en cuando incurren las milicias musulmanas". De hecho, prácticamente nunca un conflicto complejo e histórico es una historia de buenos y malos, y es derribar un hombre de paja sugerir que lo he tratado como tal. Quise establecer dos puntos: primero, que una sociedad tolerante y pluralista, la de Sarajevo, ha sido atacada por fanáticos ideológicos; y segundo, que la parálisis internacional frente a una clara agresión va a animar a otros fanáticos en el mundo de hoy, como la política de apaciguamiento hacia Hitler en los años 1936-1939, ha alentado a ese señor a lanzarse a la conquista total de Europa.Con eso no quise decir que los bosnios armados no han cometido desmanes, ni que la historia de cuatro siglos atrás forma parte del paralelismo parcial que hago. Pero al menos el Gobierno bosnio, como el Gobierno republicano en 1936, se ha pronunciado claramente en contra de desmanes y ha apartado oficiales identificados con atrocidades contra civiles croatas, mientras que ni Milosevic ni Karadzic ni Tudjman (como ni Franco ni Mola) han reconocido la más mínima falta por parte de sus héroes sin tacha. La diferencia no es entre blanco y negro, sino entre gris y negro, y si no queremos hundirnos en el barbarismo total tenemos que defender el gris contra el negro.
También estoy de acuerdo con Toni Morrison en que "hay diferencia entre compromiso y gestos". Nadie ha de conocerlo mejor que las personas de todas las razas que hemos luchado por los derechos civiles en EE UU.
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