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Tribuna
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Ser empresario es progresista

"Hay que reconciliar a la izquierda con la idea de empresa". Esta frase, pronunciada hace tiempo por el político aragonés M. A. Loriente, obliga a reflexionar por encima de los planteamientos simplistas y maniqueos sobre los distintos posicionamientos ante la idea de empresa.La empresa no es hoy, o no debe ser, un instrumento de explotación de los trabajadores. Cada vez más se acepta la participación de éstos en aquélla. Una empresa responde a un principio socialmente neutro, por lo que es preciso aproximarse al concepto sin prejuicios. La empresa es, básicamente, un ente que genera riqueza y bienestar social y que persigue el beneficio económico y genera empleo.

Hay pocas cosas, en los tiempos que corren, mejores que crear riqueza generando empleo. Cuando la empresa es la confluencia de los intereses de los accionistas y de los trabajadores; cuando la gestión y sobre todo el control de gestión son, en mayor o menor medida, participativas; cuando el trabajador se hace solidario en las situaciones de pérdidas y el empresario le admite participar en los beneflcios... no hablamos de algo irreal, sino de unos supuestos que se dan en algunas empresas algunas veces, y en las cooperativas de trabajo asociado y sociedades anónimas laborales, siempre.

Este tipo de empresas ha demostrado saber navegar tanto en los tiempos de crisis como en los buenos momentos de la economía. En la actualidad existen 16.400 empresas activas que dan empleo a más de 275.000 trabajadores; destacando que en 1992, cuando comienza la crisis, se crean 2.500 empresas, y que en los meses transcurridos de 1993, cuando se produce la destrucción permanente de empleo, se han creado más de 1.000 de estas empresas, que han generado un empleo superior a los 20.000 puestos de trabajo. Y ello por referirme sólo a aspectos cuantitativos y no entrar en las razones de por qué el grado de empleo estable es aquí el doble que en el resto de las empresas.

No es del todo inasumible el principio de que el emprendedor nace y el empresario se hace. En la economía social es forzoso reconocer que se da más la figura del primero que la del segundo, porque aún teniendo los emprendedores mentalidad y voluntad de asumir el riesgo empresarial carecen, tantas veces, de la preparación para enfrentarse a él.

La falta de formación es, por tanto, un primer déficit para crear empresas. Un segundo problema es la falta de financiación, toda vez que quienes deciden crear estas empresas no suelen disponer de recursos financieros distintos de la capitalización del desempleo y de los fondos obtenidos mediante la hipoteca de su escaso patrimonio personal. Deben, por tanto, arbitrarse medidas que cubran estas deficiencias.

Gerardo Urchaga es miembro de la ejecutiva del Comité Permanente de la Economía Social (CEPES).

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