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Los mayores discrepan, pero transigen

Cada jueves desde hace tres años, una antigua sastrería de la calle de la Magdalena se llena de payasos, perchistas, domadores, malabaristas, trapecistas o cómicos. Son los socios del Club de Payasos y Artistas de Circo que acuden a su cita semanal, una tertulia en la que hablan, recuerdan y discuten la vida bajo la carpa. La mayoría son mayores; la mitad están retirados; casi todos aprendieron el oficio de su familia y sus nombres dejaron de ser, hace mucho, los que figuran en el carné de identidad.El jueves pasado se tocó el tema de los jóvenes con respeto y distancia. Paqueti, un malabarista, decía: "Sustituyen el tesón por la modernidad. Es sangre joven, pero es circo, aunque de otra línea. Hay que respetarlo". "¡Para que no se pierda esta casta de mierda!", le contestaba a carcajadas alguien por detrás. Mientras, Volantín, un alambrista, enseñaba una foto que ha recortado del periódico. Es Woody Allen en el circo con sus hijos. "Todavía hay padres que llevan a sus hijos al circo", comentó.

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Discuten y se llevan la contraria, pero todos están de acuerdo en una cosa: no se puede enseñar el arte del circo. Ellos aprendieron en casa. Entonces eran los padres artistas quienes repartían el trabajo del circo entre sus hijos. "No puede haber escuelas, porque nadie sabe enseñar, hay que llevarlo dentro", dice Platas, malabarista y hermano de Volatín.

Fany, el vicepresidente, es un payaso carablanca desde hace 40 años. "¿Que cómo se aprende? Pues observando, el que tiene afición verdadera empieza en el colegio haciendo bobadas. No se puede enseñar a ser payaso", comenta.

La moda de que los payasos no se pinten la cara, que se estila en América, también se comenta. Fany dice: "El payaso que no disfruta pintándose la cara nunca llegará a nada". En el circo que se hace ahora, según cuentan, no hay paradas, no se anuncian las actuaciones, participan todos con un poco de desorden y faltan los animales. "Es muy original, a mí me gusta", dice Herman, el perchista, quien acude a la tertulia acompañado de su hijo Gorri, un lanzador de cuchillos.

"¿Dejarán los jóvenes de hacer juegos malabares?", se pregunta Paqueti. Y se contesta en alto: "Si un equilibrista hace equilibrios, son equilibrios. El circo será siempre circo". "No lo van a prostituir, a no ser que lo hagan por ordenador", añade Volatín.

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