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Finales fuertes

Francisco Peregil

Al fulano de esta historia le gustan los finales fuertes. Y por finales entiende todo momento límite en que una persona debe mostrar su alma verdadera, por lo general, tan hipócrita consigo misma y egoísta, según él, como un gramo de heroína. Porque los prolegómenos de cualquier relación son divertidísimos, sí, pero los finales... ¡Ah, los finales! "Soy un cielo sin estrellas, chiquilla". Así les entraba a las incautas del Vaivén. Después le dio por usar aquello de Juan Madrid: "Yo estoy borracho, ¿y tú, qué excusa tienes?". Y cuando andaba más desesperado: "Me llamo Juan, y vengo de Albacete para marcar paquete". o bien: "Hola, ya estamos tardando, los nombres nos los diremos después". Si la muchacha no se evaporaba con el humo del primer taxi ni llamaba a los GEO, aún había posibilidades.Entonces tiraba del batallón de poetas, se sacaba aquello de "Regresarás a mi huerto y a mi higuera, por los altos andamios de la flores" (M. Hernández), o "el beso aquel, ascua rota, no en tu mejilla, en mi boca / se quedó" (J. R. Jiménez).

Se ponía nervioso, contaba hasta 30 mientras hablaba de sus películas y libros favoritos, ahora la beso, cinco, seis, siete, cuando se vuelva, trece, catorce, y el Gatopardo, y los cines Renoir, que son magníficos, veinte, veintiuno, y los Alpliaville, aún mejores, veintinueve y treinta. Na de na. Otra vez contaba hasta sesenta, pero en el beso, ese temblor de labios apagado a fuego lento en otro mundo de salivas, se quedaba a gustito, casi satisfecho con la humanidad.

Sin embargo, los finales... Ah, cuando las llevaba al Viaducto de Segovia y les decía por tu amor me muero, me suicido, tírate conmigo, todo lo que siento por ti es puro. Sólo una de ellas, guapísima por cierto, llegó a montar en la barandilla para tirarse, y él tuvo que sujetarla de la muñeca. Hace una semana, tras diez años de matrimonio y cinco de separación, cuando las verdades se dicen sin ánimo lacerante, ella le confesó que jamás habría dado la vida por su amor y que siempre supo que la agarraría. Que todo fue teatro, vaya. Pero ayer, en el Vaivén, me preguntó que qué hacía una chica como yo en un sitio como aquél, me invitó a los Alpliaville, y acepté.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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