El rockero Iggy Pop, renace hoy en la sala Aqualung

Iggy Pop es de esos escasos artistas al que profesan devoción la más diversa variedad de faunas musicales. Anoche murió en Barcelona, en la sala Celeste; hoy renace en Aqualung. En un concierto suyo se citan jóvenes punkis, heavies de barrio, viejos rockeros, nuevos pijos, algunos hippies, muchos músicos locales que quieren ver al maestro, y, sobre todo, es uno de los pocos conciertos en los que no suele fallar ningún crítico musical de la ciudad.Quizá lo haya conseguido por la coherencia -desordenada- con la que ha desarrollado su turbulenta carrera. Nacido en Michigan en 1947, hijo de un profesor y una secretaria, a la edad de cinco años empezó a tocar la batería. Pero Iggy decidió ser cantante cuando a los ocho escuchó por primera vez a Frank Sinatra.

Desde hace unos años, la vida personal de La Iguana de Detroit ha dado un cambio radical. Aunque tenga en Nueva York su cuartel general, le gusta escaparse a menudo a su casa de México a disfrutar de su jardín, su mujer, su perro y su gato, y confiesa públicamente que sólo bebe agua mineral, aunque dos o tres veces al año cometa algún exceso. Pero sus discos siguen siendo tan salvajes.

American caesar, con la demoledora revisión del clásico Louie Louie, la crítica la dura realidad social y su primer intento de cantar en español le ha devuelto a la fila de los artistas considerados leyenda cuando todavía les queda mucho más por dar de sí. La actuación de hoy en Aqualung es la mejor manera de comenzar la fiesta de Halloween. La organización dispondrá de unas 300 entradas en taquilla.