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FÚTBOL > EL LÍDER VISITA EL CALDERÓN

Indefinicion frente a coherencia

El Atlético es el equipo que se ha quedado antes sin titulares: ningún jugador ha participado en los ocho partidos de la Liga. Cambios en la alineación por las presiones, sanciones y lesiones han ido dado entrada a 21 de los 22 componentes de la plantilla (sólo falta Ricardo, el tercer portero). Tal alboroto ha causado el desconcierto en el juego. Las consecuencias son evidentes: tres puntos de diez posibles en las últimas cinco jornadas. En cambio, el Barcelona ha apostado por la coherencia con un conjunto en el que todos juegan, pero por una razón muy distinta: el elenco es intencionadamente el más corto de la Primera División. En el Atlético, Abel saca a relucir sus frastraciones por su larga suplencia; Tomás, Pizo y Pedro se pelean por un carril; Solozábal, López, Juanito y Caminero no caben en el área; Quevedo no sabe si entra o sale mientras Moacir da toquecitos, y Kiko y Kosecki rivalizan en desaciertos. O sea, un caos.En el Barcelona, todos parecen tenerlo claro pese a haber tantas o más rotaciones entre los jugadores. Stoichkov es el único que no lo ha entendido. Los demás lo asumen con profesionalidad, como Koeman; elegancia, como Laudrup, o bondad, como Salinas. Cruyff quiere que el plantel esté en permanente vigilia y por eso lo formó sólo con 18 jugadores. Todos se han alineado, menos Busquets, el segundo guardameta, y, además, con un mínimo de dos partidos como titulares a excepción de Salinas, cuya aportación se reduce a dos sustituciones. Que las camisetas se repartan en cada jornada no impide que Zubizarreta, Ferrer y Guardiola hayan jugado íntegramente los encuentros.

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Las actitudes de ambos equipos se traducen en el campo. El Atlético es presa de la indefinición. Lo único innegable es que Luis García marca los goles, pero no porque se los den sus compañeros, pues la mitad los ha obtenido de penalti o en jugada individual. Saber quién los da es complicado. Cualquiera menos Tomás, Pizo, Pedro y Toni, que, con sus envíos a la olla, activan el sistema más recurrido y menos resolutivo.

En el Barcelona es evidente quién es el jefe de la banda. Laudrup hace de reclamo, pero es Guardiola quien mete a Romario los balones de gol. Begiristáin dispone, por contra, de otros asistentes. El rival moviliza sus defensas ante el eje Guardiola-Romario-Laudrup, lo que hace que los compañeros de éstos queden libres. Conclusión: se sujeta a unos o a otros, ya que, si se quiere neutralizar a todos, hay que colgarse del larguero en pos del 0-0.

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